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  • Susana Salinas

La lengua afroboliviana es una combinación casi sincrética de aymara, quechua, guaraní, portugués y español y su denominativo, afroboliviana, resume la identidad de esta comunidad asentada en Bolivia.

Los afrobolivianos “llegaron al continente como esclavos desde el Río de La Plata o el puerto del Callao en el siglo XVI, probablemente provenían de Ghana, Angola, Congo y Sudán; fueron concentrados inicialmente en las minas de Potosí y trasladados posteriormente a la zona de los Yungas”, en La Paz, escribió Sebastián Arias, en el texto intitulado La voz de los sin voz. Afrobolivianos.

“Al existir, nuestros descendientes vinieron de diferentes partes, y tenían diferentes modos de comunicarse”, explicó Nilda Zalles, del Instituto de Lengua y Cultura Afroboliviano, quien en la actualidad promueve el bilingüismo como una herramienta para reafirmar identidad y perpetuar la historia y saberes ancestrales de esta comunidad.

“Trabajamos en nuestra identidad”, comentó Zalles. Para tal efecto, desde 2017, se cuenta con un currículo regionalizado reconocido por Educación, que fue elaborado desde 2012, con la participación del Consejo Educativo del Pueblo Afroboliviano, el Consejo Nacional Afroboliviano, el Instituto de Lengua y Cultura Afroboliviano y otras instituciones.

Raymundo Nova Pinedo y Catia Alcóser, los primeros emprendedores del instituto afroboliviano, fueron identificados por Zalles, quien ahora, junto a otros cuatro responsables, tuvieron la misión de investigar, recopilar y transmitir la lengua y la cultura de su pueblo. Con ese objetivo, realizan todavía los esfuerzos para recopilar los saberes ancestrales y difundir la lengua que los identifica.

“En nuestras comunidades, tenemos niños bilingües”, señaló, al asegurar que el instituto se encarga de fortalecer los conocimientos de la lengua, con base en los saberes de respetables personalidades afrobolivianas.

Se calcula que en la actualidad viven unos 25 mil afrobolivianos en los Yungas, y otros más en La Paz y Santa Cruz de la Sierra.

Aunque el idioma afroboliviano tiene componentes de varias lenguas y su práctica parece complicada, Zalles indicó que hay comunidades en las que se  practica con mayor énfasis, como en Tocaña, Chijchipa y Mururata, Nor Yungas, explicó.

Una forma de amplificar la lengua de la comunidad afrodescendiente se logró a través de la recopilación de cuentos, leyendas y canciones, que no fueron incluidas en el currículo regionalizado, pero se transmiten en cursos impartidos a niños, adultos y quienes lleguen a la zona y deseen compenetrarse con las vivencias de la comunidad afro.

Un avance importante por ahora es la redacción de la gramática y un diccionario. “Éste no es un trabajo que empezó recién, se lo realiza desde 2012”, recalcó la investigadora. Reconoció que la puesta en práctica de la Ley Avelino Siñani y su disposición de reconocer a las 36 etnias residentes en el territorio nacional, permitió elaborar este programa educativo y rescatar el orgullo de pertenecer a esta comunidad.