- Sociedad
- Susana Salinas
La comunidad debe comprender que la salud mental en el país es responsabilidad de todos, desde el paciente, pasando por los agentes del sistema de salud hasta el último familiar o amigo de quien sufre algún trastorno que afecta su vida.
“El estigma, en general, hacia la salud mental es la barrera de la comunidad que impide mejorar la salud mental”, explicó Mauricio Peredo, jefe de la Unidad de Salud Mental del Hospital de Clínicas de La Paz.
Los estigmas son actitudes o creencias negativas que llevan, de alguna forma, a desvalorizar a las personas o desacreditarla ante un problema mental e incluso lleva a que sean tratadas de forma discriminada o peyorativa.
TRES ESTIGMAS
En una reciente conferencia, a propósito del Día Mundial de la Salud Mental, que se celebra cada 10 de octubre desde 1892, se identificó tres tipos de estigmas que rodean a la salud mental y viabilizan la vulneración de derechos fundamentales.
“El primero es el estigma social o público, en el que básicamente es la sociedad o la comunidad la que señala a la persona”, mencionó.
En este amplio contexto surge la discriminación, el maltrato y el abandono hacia las personas con problemas mentales.
El segundo tipo tiene que ver con el autoestigma. “Es una de las primeras causas por las que la persona no busca ayuda, bajo la lógica de: ‘Yo no estoy loco’, no tengo que ir al psicólogo, no tengo que ir al psiquiatra’; porque tengo miedo de que me vean cuando voy al servicio médico, o tengo vergüenza”.
En este segundo escenario, la persona incluso llega a sentir que no merece pertenecer a la comunidad, al empleo, la familia o el trabajo.
El tercer estigma tiene que ver con lo institucional, comentó Peredo, al explicar que en las instuciones, en las escuelas, en los trabajos hay gente que estigmatiza a las personas con problemas de salud mental como “problemáticos”, “conflictivos”, “tóxicos”, y no ven la situación como un problema de salud, si no que tienen una valoración negativa de la persona.
EFECTOS
El estigma, explicó el experto, tiene implicaciones negativas sociales, económicas y públicas. Además, reduce, limita y diezma la confianza a que alguien busque un tratamiento.
En ese contexto, Peredo dijo que el rechazo también lleva a entorpecer la recuperación de un paciente y, encima, afecta negativamente a las personas que cuidan de otras personas con problemas mentales.
¿Cómo romper los estigmas?, cuestionó. Para el galeno es importante la psicoeducación de la comunidad, que debe involucrarse y ser parte del problema.
La sociedad, a través de los estigmas, da vida a estereotipos como “el loco”, “la gente tóxica”, “el apego ansioso”, “el narcisista”, etc.
El camino que sigue la comunidad, sin tener conocimiento profundo de la situación de un enfermo mental, tiene como puerto la discriminación y la alta vulneración de los derechos humanos, dijo.
El galeno llamó a la reflexión y mencionó que “todos somos parte de un grupo de riesgo”, y cualquier persona puede padecer de problemas de salud mental.