¿Qué es lo que lleva a un ser humano a descender en la escala zoológica y asesinar o maltratar a la pareja que alguna vez creyó amar? La cifra de feminicidios al 7 de junio de este año se mantiene en el mismo nivel del año pasado.

En estos casos, tan dramáticos como evitables, lo de menos son las estadísticas. Nadie puede sentirse satisfecho porque en un año hubo determinada cantidad de asesinatos por razones de género y al año siguiente unos cuantos menos. Basta que haya un solo caso para que toda la sociedad reaccione, condene el hecho y comprenda la bestialidad del hecho.

Habrá que coincidir en que la repetición de números vacíos de contenido es casi una ironía, aunque es preciso mencionar que en casi 160 días de este año, 37 mujeres murieron a manos de sus parejas, excónyuges o quienes tenían la intención de tener una relación sentimental con quienes resultaron ser, algún tiempo después, sus víctimas fatales.

¿Cuántos niños quedaron en la más terrible orfandad por esta causa, con su madre en un cementerio y su padre en una cárcel o fugitivo de la justicia, mientras crecen sin amor, una de las necesidades básicas de toda persona?

¿Cuántas vidas quedaron truncadas de esta manera? Se convendrá en que el drama alcanza a todos cuantos rodean a víctima y victimario. Se dice que más del 90 por ciento de los criminales recibieron sentencia por manchar sus manos con sangre de esta manera. Las condenas no devolverán a la vida a las fallecidas.

¿Qué es lo que lleva a pensar a un hombre que es dueño absoluto, amo y señor, de su pareja?

Estamos, en este caso, ante un rotundo fracaso de la educación que se imparte en aulas y hogares, mientras que la socialización que toda persona recibe en la calle lo conduce por caminos completamente alejados del sentido correcto de las cosas y la realidad.

Es necesario que el próximo congreso de la educación boliviana revise este contenido.

Transmitir y hacer internalizar sentimientos, no sólo conocimientos, sobre el respeto a los semejantes y las parejas debe ser una prioridad en la malla educativa, tanto como enseñar a leer, escribir, sumar, restar, multiplicar o dividir. Es una tarea que debe encararse de inmediato. El futuro de la sociedad está en juego.