Es impresionante escuchar y leer a “analistas” económicos y políticos cuando nos referimos al fenómeno de la inflación en Bolivia y el mundo, parece que estos analistas no leyeran noticias internacionales o deliberadamente hagan la vista ciega. En cualquier caso, solo reflejan el pobre trabajo que realizan, pese a tener una carga muy importante sobre la opinión pública.
Tras la pandemia del COVID-19 en 2020, la gran mayoría de los países optaron por medidas restrictivas como el confinamiento, que implicaron la paralización global de la economía, excepto algunos sectores muy necesarios.
Aquel año vimos algo sim precedentes, la recesión global. Bolivia tuvo una de las caídas más fuertes, registrando un decrecimiento del 9% del Producto Interno Bruto. ¡Perdimos 1 de cada 10 bolivianos de producción, la recesión más fuerte de los últimos 60 años!
Para afrontar la recesión y el desempleo, todos los países llevaron a cabo la más grande inyección de recursos para estimular rápidamente la actividad económica. Esta abrupta reactivación causó una crisis en el transporte marítimo del que nadie habló, el colapso y el incremento hasta de 10 veces el valor de los fletes del transporte.
Finalmente, la guerra Rusia-Ucrania terminó por disparar la escalada inflacionaria a nivel mundial, siendo ambos países de los mayores productores de combustibles y alimentos, desde febrero de 2022.
Con el monstruo de la inflación, los países utilizaron una vieja receta de la política monetaria ortodoxa, la subida de las tasas de interés referencial. Al subir las tasas de interés, hacen más atractivos los bonos, incentivan al ahorro y retiran dinero circulante en la economía. Asu vez, esto afecta los créditos, encareciéndolos y ralentiza la actividad económica, es decir, tratan de controlar la inflación a costa del riesgo de una recesión y mayor desempleo.
Desde diciembre de 2020 que se registra un crecimiento desmedido de la inflación, registrando en los últimos 4 años, la inflación acumulada en cada país se encuentra entre el 20% y el 36%. Solo 3 países lograron mantener los precios controlados en sus economías, China, Ecuador y Bolivia, teniendo una inflación entre el 4% y el 12% en el mismo periodo.
A diferencia de otros países, Bolivia tiene una particularidad que logra la estabilidad de precios. No solo se vale de la tasa de interés de referencia para controlar la inflación, sino que además tiene diversas políticas que han logrado controlar la suba desmedida de precios. Los incentivos a la producción agropecuaria, la subvención a los combustibles, los subsidios a alimentos como el maíz, el trigo y el arroz, los controles de peso y precio, controles contra el agio y la especulación, entre otras.
Lastimosamente, estos precios bajos, en contraste con lo que viven los vecinos, han provocado lo que es el contrabando al exterior. Encontramos productos de la canasta básica que son producidos en el país sacados de manera ilegal hacia los otros países. Basta ver los reportajes en medios de prensa donde productos esenciales como el huevo, el pollo, la carne de res y cerdo, aceite, tomate, la cebolla, papa, arroz, azúcar, etc.
Los intermediadores y la vasta red del delito del contrabando lucran con la seguridad alimentaria de Bolivia, sumando a este problema la inflación importada, es decir, el incremento de los productos de consumo interno que son importados, como son aquellos de aseo e higiene. Antes se veía el paso de productos argentinos y peruanos hacia Bolivia por su bajo costo. Hoy, esto se ha invertido, dejando claro que definitivamente la especulación de dólares no es la única ni principal causa de la inflación que ha subido estos últimos meses en el país..