El Movimiento al Socialismo–Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos (MAS), que ha sido la fuerza política dominante en Bolivia en las últimas dos décadas, enfrenta actualmente una división interna que amenaza con fracturar sus bases y su capacidad de gobernar. La disputa entre los dos principales líderes del partido, Evo Morales y Luis Arce, ha puesto de manifiesto tensiones profundas dentro del MAS. Como decía José Hernández en su obra “El gaucho Martín Fierro”: “porque si entre ellos se pelean, los devoran los de ajuera”. Esta metáfora se adapta perfectamente a la situación actual del MAS, donde la desunión interna puede abrir espacio para que la oposición política en Bolivia aproveche las divisiones en su beneficio.
Desde que Luis Arce asumió la presidencia en 2020, ha quedado claro que su liderazgo ha marcado un distanciamiento con respecto a Evo Morales, quien fue el líder del MAS durante más de una década. Evo, quien sigue siendo una figura de gran influencia entre las bases rurales e indígenas del partido, ha expresado su descontento con la gestión de Arce, acusando a su gobierno de no seguir fielmente los principios del MAS. Estas tensiones han generado una clara división entre los “evistas”, que apoyan a Morales, y los “renovadores”, que se alinean con Arce.
Las críticas de los “renovadores” hacia Morales se centran en su insistencia en volver a ser candidato, a pesar de las restricciones impuestas por la Constitución tras el referéndum de 2016. Este intento de Morales por volver a postularse ha tensado aún más la relación con Arce, quien está enfocado en consolidar su propio liderazgo. La disputa se ha vuelto más evidente con las declaraciones públicas de Morales, insinuando su intención de ser candidato en las próximas elecciones, lo que desafía tanto las restricciones constitucionales como la legitimidad del mandato de Arce.
El MAS proviene del movimiento campesino e indígena que, tras una serie de movilizaciones en la década de 1990, buscaba consolidarse como un instrumento político con personería jurídica. Sin embargo, varios intentos para obtener dicha personería fracasaron, lo que llevó a líderes como David Choquehuanca y Juan de la Cruz Villca a proponer la compra de la sigla de un pequeño partido con reconocimiento legal, una escisión de la Falange Socialista Boliviana.
Este hecho fue crucial para la existencia legal del MAS permitiendo al partido competir formalmente en elecciones. Evo Morales, quien más tarde se convertiría en la figura central del MAS, aún no era el líder definitivo del partido durante esta fase inicial. El ascenso al poder marcaria el camino hacia la consolidación de un liderazgo presente muy pocas veces en nuestra historia.
La realidad actual muestra que la división interna en el MAS, puede tener graves consecuencias para la estabilidad del partido. Mientras Morales sigue manteniendo una base de apoyo leal en los sectores indígenas y campesinos, Arce ha logrado atraer el respaldo de sectores más urbanos y de clase media. Sin embargo, esta fragmentación pone en riesgo la cohesión del MAS, especialmente en su capacidad de movilizar a sus bases y asegurar una unidad que le permita mantenerse como la principal fuerza política del país.
El riesgo de una fractura es real. Las tensiones han afectado la gobernabilidad, como se ha visto en la falta de apoyo para aprobar leyes importantes en la Asamblea Legislativa, donde las divisiones entre los “evistas” y los “renovadores” han dificultado el avance de iniciativas clave del gobierno. Además, las acusaciones cruzadas de traición y corrupción han exacerbado los conflictos, lo que puede llevar a una mayor desafección entre los militantes del MAS y un posible debilitamiento de la capacidad del partido para presentarse como una fuerza política unida.
Esta posible división también presenta una oportunidad para la oposición, que hasta ahora ha mostrado poca cohesión y un liderazgo débil. Aunque la oposición ha carecido de un programa de gobierno viable y de un liderazgo que pueda atraer un apoyo popular amplio, las tensiones internas en el MAS podrían ser explotadas por sus adversarios políticos.
El conflicto entre Morales y Arce, si no se resuelve, podría fracturar el voto del MAS, permitiendo que sectores de la oposición se presenten como una alternativa de estabilidad frente a un partido dividido. No obstante, la falta de un liderazgo popular fuerte en la oposición sigue siendo un obstáculo significativo. Hasta el momento, ningún líder opositor ha logrado captar el apoyo de los sectores rurales e indígenas que siguen viendo al MAS como su principal representante político.
Existen varios escenarios posibles sobre cómo podría evolucionar esta división en el MAS. En un escenario favorable para el partido, Morales y Arce podrían encontrar un terreno común que permita reconciliar sus diferencias, manteniendo la unidad del MAS y fortaleciendo su capacidad de gobernar. Sin embargo, dadas las tensiones actuales y el deseo de Morales de volver a ser candidato, este escenario parece difícil de alcanzar.
En un escenario menos optimista, el MAS podría mantenerse formalmente unido, pero con una capacidad limitada para tomar decisiones importantes, lo que afectaría tanto la gobernabilidad como la eficacia del gobierno de Arce. En el peor de los casos, el partido podría sufrir una ruptura irreversible, lo que fragmentaría su base electoral y daría espacio a la oposición para capitalizar esta debilidad.
La división en el MAS es un desafío serio para la estabilidad política de Bolivia. La disputa entre Morales y Arce, más que una simple lucha por el control del partido refleja una crisis más profunda en el seno del MAS, que podría tener consecuencias a largo plazo tanto para el partido como para el país. El origen del MAS, resalta que el partido siempre ha tenido una estructura compleja y un proceso evolutivo que no depende únicamente de un solo líder.
Sin embargo, si el MAS no logra resolver sus diferencias internas, podría abrir la puerta a una oposición que, aunque débil, podría aprovechar la fragmentación del voto para debilitar al partido en el poder. Al igual que en “El gaucho Martín Fierro”, la división entre hermanos podría ser el factor que permita que “los de afuera” devoren lo que queda del MAS.