29/1/2025.- Ya en año electoral podemos divisar algunas de las pre candidaturas que se lanzan desde hace algún tiempo. Hagamos un breve repaso sobre la carrera política y electoral de los principales contendientes en la oposición, que desde siempre se vio fragmentada y hoy pugna entre el continuismo y la unificación.
La verdad es que la mayoría de estos políticos tienen una larga historia en sus espaldas, desde el periodo neoliberal (1985-2005). Caídos en desgracia con la llegada del MAS, ningún político ha logrado estar cerca de vencer al partido azul, excepto el 2019, cuyas elecciones fueron anuladas.
El político más antiguo es Manfred Reyes Villa, quien está a punto de cumplir 70 años. A inicios de los 90 se une al partido conservador Acción Democrática Nacionalista (ADN), del dictador Hugo Banzer (1971-1978) y logra ser alcalde cuatro veces, entre 1993 y 2000, con el apoyo de diferentes partidos, ADN, MBL y finalmente su propio, Nueva Fuerza Republicana (NFR).
Fue parte del conflicto de la Guerra del Agua en 2000, producto del apoyo a la privatización de la empresa municipal Semapa al consorcio Aguas del Tunari (de las compañías estadounidenses Bechtel y Edison, la española Abengoa y los empresarios y políticos Andrés Petricevich, ex ministro de Víctor Paz entre 1986 y 1989, y Samuel Doria Medina, sí, lo leyó bien). Cochabamba era muy conocida por tener eternos problemas sanitarios producto del escaso agua y la gota que derramó el vaso fue el tarifazo del líquido elemento y la expropiación de fuentes de agua autónomos, como pozos y ríos.
Como prefecto de Cochabamba, se vio envuelto en los enfrentamientos de enero de 2007, tras alinearse a la radical Media Luna. Fue destituido de su cargo en el referéndum revocatorio de 2008.
Se presentó a las elecciones nacionales de 2002 (tercero, con 20,9% de votos) y en 2009 (segundo, 26,5% de votos).
El segundo es Samuel Doria Medina. Con 66 años de edad, se inició en la vida política en el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). A sus 34 años ejerció como Ministro de Planeamiento en el gobierno de Jaime Paz Zamora, y fue el principal impulsor del primer ciclo de privatizaciones de las empresas públicas bolivianas durante el periodo neoliberal, junto a su secretario de Inversión Pública, un joven adenista llamado Jorge “Tuto” Quiroga. Bajo su cargo se privatizaron 29 empresas públicas, entre ellas el Ingenio Azucarero Guabirá, la Editorial del Estado, FABOCE y la Fábrica Nacional de Fósforos SAM. Además, se cerraron el Banco del Estado, el Banco Minero y el Banco Agrícola, con otras 14 empresas.
Se postuló a la presidencia con su partido, Unidad Nacional (UN), cuatro veces, en 2005 (tercero, con 7,8% de votos), en 2009 (nuevamente tercero, con 5,7% de votos), en 2014 (segundo en alianza con el Movimiento Demócrata Social MDS de Rubén Costas, con 24,2% de votos) y en 2020 (como candidato a vicepresidente de Jeanine Añez y el MDS, renunciaron y pidieron votar por Mesa).
El tercero es Jorge “Tuto” Quiroga (64 años), que, al igual que Doria Medina, se inició como funcionario en el gobierno de Paz Zamora, impulsando las privatizaciones, siendo parte de ADN, fungió como autoridad producto del Acuerdo Patriótico entre el MIR y ADN. Ascendió rápidamente en el partido, siendo elegido como candidato a Vicepresidente junto a Banzer a sus 37 años. Obtuvieron el primer lugar con el 22,3% de votos, pero al no obtener el 50%, fueron elegidos en el Parlamento con el apoyo del NFR de Reyes Villa, el Partido Demócrata Cristiano (PDC), MIR, CONDEPA y UCS.
Luego postuló en 2005 con su agrupación PODEMOS (segundo, 28,6% de votos) en 2014 con el PDC (tercero, con el 9% de votos) y finalmente en 2020 con Libre 21, renunciando a la candidatura.
Bajo su mandato como Vicepresidente y luego Presidente se privatizaron 10 empresas públicas, entre ellas las Refinerías de YPFB en Cochabamba y Santa Cruz, la Empresa Metalúrgica de Vinto (ex ENAF, que cayó en poder de COMSUR de Gonzalo Sánchez de Lozada, Goni, tras la quiebra de la inglesa Allied Deals), AASANA, Misicuni, Fancesa (entregada a Doria Medina), entre otras.
Finalmente tenemos a Carlos Mesa, que, si bien es el mayor en edad, 71 años, fue el último en ingresar a la política.
Se postuló y ganó como vicepresidente y luego asumió como Presidente tras la renuncia de Goni en la Guerra del Gas, aquel octubre negro de 2003.
En 2002 obtuvo el 22,5% de los votos, primero, pero solo pudo ser electo con el apoyo en Congreso de MIR, ADN y UCS. Renunció a su presidencia tres veces, la última fue efectiva en junio de 2005. Fue un defensor del proceso de privatización y capitalización en el primer gobierno de Goni, prueba de ello es su columna de opinión titulada “Capitalización: cuando la imaginación funciona” de octubre de 1995. Luego participó en las elecciones de 2019 y 2020, obteniendo el 36,5% y el 28,8% de votos respectivamente, siendo el candidato que más cerca estuvo de forzar segunda vuelta al MAS. Hoy ya renunció a su candidatura para 2025.
Después tenemos un puñado de opositores con baja o nula intención de voto. Lo más fuerte es que vemos la dura batalla entre candidatos opositores de 2006 (Tuto) contra el candidato opositor 2009 (Manfred) y el candidato opositor 2014 (Doria Medina), todos quieren su segundo round.
Lo peor de este modelo es que, tras imponerlo constitucionalmente, el partido gobernante se arrogó el monopolio de la representación de los indígenas, usando su nombre y derechos para instituir un sistema de confrontación, desconfianza y división entre bolivianos que sirvió para lograr el control de regiones, partidos y proyectos que cuestionaban sus decisiones.
La imposición de un sistema de organización política basado en la etnicidad no solo fue en un fracaso, sino que nos colocó frente a una barrera que dificulta alcanzar un estado de igualdad e identidad común donde cada persona tenga el mismo valor por ser bolivianos y no por el color de su piel, lugar de nacimiento o idioma.
Por eso mismo, una de las tareas ineludibles para el futuro inmediato, es la apertura de caminos de integración e inclusión genuinos, que privilegien la unidad, impulsando un desarrollo integral y libre, basado en la igualdad plena de derechos y deberes y la solidaridad, donde el horizonte sea la grandeza de la nación boliviana y el bienestar de todos, y que respeten y valoren la diversidad, trascendiendo el modelo artificial que utilizó a los pueblos indígenas para sustentar el afán de poder y dominación.