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Foto / Víctor Gutiérrez / La Prensa
  • Susana Salinas

Acostumbrados a ver el uniforme policial, reconocer el ruido de las botas, las rutinas de instrucción y acompañar las bulliciosas jornadas de “acción” contra las movilizaciones sociales, 14 perros brindan cada día fidelidad y protección a sus “camaradas”, los efectivos destinados a la Unidad Táctica de Operaciones Policiales (UTOP).

En esa dependencia, ubicada en la calle Junín, no sólo se cuenta con oficinas, dormitorios, parqueos de motocicletas 
y vehículos; sino que tiene espacios para el cuidado y la cómoda existencia de 14 perros.

“Son casas para nuestra familia policial”, aseguró Germán Pajarito, oficial de planta de esta unidad de la institución.
Cada día, perros, cachorros y adultos, cuyos nombres son Rubí, Stopín, Manchas, Ivanna, Potter, Shakira, Negrito, Peruano, Nano, Intruso, Perla, Pulga, Oso, recientemente llevado a un albergue por su avanzada edad, y Nacho, comparten tareas de patrullaje y a veces se transforman en verdaderos “guardianes”.

“Ellos nos siguen al servicio que vamos, cuando salimos a resguardar la Plaza Murillo o vigilar los alrededores”, sostuvo y, relató que un día, se le apareció una persona en estado de ebriedad y pretendió atacarlo, pero su “fiel amigo”, al advertir el peligro, sacó a relucir sus colmillos y mostró su temple.

HISTORIAS

Cada mascota que llegó al recinto tiene una historia especial. En algunos casos, los perros fueron rescatados de un ambiente de violencia, recuperados de situaciones de abandono o simplemente “aparecieron en la puerta y se quedaron a vivir”. Shakira, por ejemplo, fue llevada por los marineros, quienes custodian la Cancillería, tras ser hallada en una carretera.

“En algunos casos, se subieron a las camionetas y se quedaron”, agregó el oficial.
Los perros, seis hembras y ocho machos, reciben cada día alimento balanceado y, en esta jornada, gozarán de un menú especial, en festejo por el Día de San Roque, patrono de los animales, que se celebra cada 16 de agosto.
En opinión de Elmer Quiroga, la historia de Negrito es un gran ejemplo de amor. El animal falleció en noviembre de 2019, casi dos semanas de la muerte de su cuidador, el comandante Heybert Yamil Antelo, quien lo rescató durante una marcha de mineros.

Los restos de esta mascota, aún recordada por la unidad, descansan en el patio, como una muestra de lealtad inquebrantable.

“Desde ahí, de esta historia, los camaradas se sintieron motivados en el amor por los animales”, aseguró Quiroga.
Amor es el sentimiento que ayuda a tejer fuertes lazos entre las mascotas y los uniformados, remarcó Pajarito.
Como en toda familia, los efectivos y sus compañeros se ven obligados a separarse en algún momento de su vida. Esto sucede cuando los policías son destinados a otras unidades. “Aunque algunos camaradas dejen la unidad, siempre queda ese sentimiento de acordarse de las mascotas y visitarlos al pasar por la puerta”, relató Pajarito, quien además tiene formación como guía de canes.

La tarea del cuidado de las mascotas, no obstante, también es compartida con personas altruistas, como la Nancy Quispe Villanueva y Sheila Zúñiga, médica veterinaria de profesión.

“Yo colaboro para que estén todos sanos, controlo que tengan vacunas, que estén esterilizados, sin heridas ni enfermos y que retornen a la unidad cada día. Hasta los vigilo cuando hacen guardia por acá”, contó Quispe, quien tiene un puesto de venta de dulces a pocos pasos de la unidad, y se da modos de no descuidar su venta y mantener hidratados a los “amigos de cuatro patas”, pues llena permanentemente con agua los bebederos de la plaza Murillo que no sólo son empleados por canes sino por palomas.