Dicen que la fe mueve montañas. En el caso que nos ocupa, la fe y la devoción en el Señor Jesús del Gran Poder son capaces de generar unos 70 millones de dólares, desde que comienzan los preparativos para la siguiente edición de la Entrada, que tiene lugar habitualmente entre mayo y junio. El punto de partida de este movimiento económico se ubica alrededor de noviembre del año anterior y se podría decir que, si bien el punto culminante es la demostración folklórica en sí, las llamadas “recepciones sociales” son los hechos más atractivos. La contratación de afamados y costosos cantantes y orquestas internacionales de moda amenizan estos eventos, en los que el consumo de bebidas espirituosas y de deliciosa comida desborda. Los artistas son exigentes a la hora de aceptar contratos y piden tener a mano desde el champán más caro y delicioso hasta determinados colores para las sábanas de las camas en que dormirán en hoteles de cinco estrellas. Y cada fraternidad no sólo contrata a uno de estos grupos o estrellas internacionales sino a dos cuando no a tres extranjeros y otros bolivianos. La primorosa elaboración de las joyas, la composición de temas específicos para su estreno en la Entrada, la confección de la ropa y los trajes que lucirán los fraternos el gran día, la contratación de bandas... Es un conjunto de gastos que revela la opulencia de los bailarines. Casi podría decirse que entre las fraternidades se produce una competencia de billeteras. En el curso de los años precedentes, los conjuntos de baile han visto reforzadas sus filas por extranjeros, provenientes de Europa, Japón y Corea del Sur, donde las manifestaciones culturales bolivianas son seguidas con entusiasmo. Se espera que el recorrido de la Entrada sea seguido este año por unas 350 mil personas, cuya seguridad correrá a cargo de más de 4.000 efectivos policiales sin contar a guardias privados que velan por que los danzarines no sufran el robo de sus joyas y pertenencias. Muchos se benefician con esta demostración de fe. Hasta los humildes lustrabotas acaban durante esa jornada más latas de crema de calzados que en una o dos semanas juntas. La Fiesta Mayor de los Andes se ha convertido en la actividad folklórica más importante del país y ha desplazado a otras demostraciones, como el Carnaval de Oruro en atractivo internacional y generación de recursos.