¿Alguien se preguntó alguna vez cuál era la situación de la pobreza en Bolivia en el pasado? Es muy difícil recordar muchas cosas del pasado, pero podemos tener una idea del asunto rememorando el cómo vivíamos los bolivianos hace 20 años o más.
El primer recuerdo que tengo es la enorme diferencia entre vivir en el campo y en la ciudad. Cuando realizaba viajes al interior del país, se podía tener una imagen impactante: un pueblito en medio de la carretera, lleno de casas de adobe, la mayoría sin acceso a electricidad, alcantarillado o agua potable, las velas, las piletas públicas y la cabina pública del teléfono eran bienes comunes.
Ni qué hablar de los ingresos, que eran muy bajos y mucha producción agropecuaria desperdiciada por la falta de medios para transportarlas a los centros urbanos y peor al exterior. En las noticias era muy común escuchar la comparación de Bolivia con países centroamericanos e incluso africanos.
La pobreza se define como aquella condición en la que los ingresos de una persona no alcanzan para satisfacer necesidades básicas alimentarias y no alimentarias, se habla de pobreza extrema cuando apenas se logran satisfacer necesidades alimentarias.
Ahora vamos a los datos. Los registros más antiguos del INE disponibles muestran que, en 1996, bajo la primera presidencia de Gonzalo Sánchez de Lozada, el “Goni”, la Pobreza Moderada llegaba al 65% de la población. El dato más doloroso es el de la Pobreza Extrema, que alcanzaba al 41%.
Nueve años después, el periodo neoliberal finalizó en 2005 con una pobreza moderada del 61% y la pobreza extrema en 38%, con un pico de pobreza moderada del 66,4% y de 45,3% de la pobreza extrema el año 2000. En palabras simples, 6 de cada 10 bolivianos eran pobres y 4 de cada 10, extremadamente pobres en 2005.
La situación es más dolorosa cuando revisamos los datos por área, 6 de cada 10 personas del área rural vivían en extrema pobreza. Si sumamos a la pobreza moderada, se llega a 8 de cada 10 personas en esta condición. En los centros urbanos, 1 de cada 4 personas vivía en pobreza extrema, mientras que la mitad de la población se encontraba en pobreza moderada.
En 2006, como bien sabemos todos, el MAS llega al poder y se implementa el Modelo Económico Social Comunitario Productivo, el as bajo la manga del actual presidente Luis Arce y del fallecido economista Carlos Villegas, exministro de Planificación e Hidrocarburos y expresidente de YPFB y cuyo resultado se conoció mundialmente como “el milagro boliviano”.
Después de 19 años de la implementación de este modelo, y exceptuando el 2020, los resultados de la reducción de la pobreza son indiscutibles. Al 2023, la pobreza moderada es del 38% y la pobreza extrema se encuentra en 11,9%. ¡Solo una persona de cada 10 se encuentra en esa condición!
¿Cómo fue posible esto? La recuperación de las empresas públicas estratégicas, en especial el control sobre los hidrocarburos, generaron extraordinarios ingresos. Pero no sería posible ello sin un aspecto clave del Modelo Boliviano, un aspecto muy criticado por los economistas neoliberales y los políticos conservadores y ultraconservadores.
Tanto el Impuesto Directo a los Hidrocarburos, como las utilidades de estas empresas fueron redistribuidos no solo en forma de políticas sociales para población vulnerable (adultos mayores, estudiantes fiscales, mujeres en gestación y personas con discapacidad grave y muy grave) sino también a través de la transferencia a las autonomías, vale decir municipios, gobernaciones y universidades. Lastimosamente la política hidrocarburífera no estimuló la exploración de nuevos campos y hoy vivimos las consecuencias.
Por supuesto que falta mucho por mejorar las condiciones de los bolivianos, vemos como triste ejemplo a Argentina, que subió su pobreza dramáticamente en los últimos 9 meses bajo las medidas neoliberales de Javier Milei (del 42% en diciembre 2023 al 53% en junio 2024). La importancia de estos datos es dar una mirada más positiva de los logros del país, no una pesimista, como mal destacó un economista hace unas semanas “Bolivia el tercer país más pobre”, cuando en 2005 no solo éramos el más pobre, sino que estábamos 10% más arriba del segundo, Paraguay (28% de pobreza extrema en 2005).