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Foto: La Prensa
  • Susana Salinas

Para algunas vendedoras de mercados populares es impensable reemplazar sus antiguas romanillas, balanzas de platillo con pesas y las mecánicas, pero estos dispositivos, tradicionales deben ser reemplazados por modernas balanzas electrónicas, que son más difíciles de alterar.

“Hay una prohibición para el uso de ese tipo de balanzas, romanillas, tipo pata de gallo, con platillos o con base y platos de alumnio”, explicó el viceministro de Defensa de los Derechos del Consumidor, Jorge Silva, en entrevista con este medio.

Desde el 17 de enero, rige el Decreto Supremo 5103, que otorga atribuciones al Instituto Boliviano de Metrología (Ibmetro) para controlar la importación de balanzas, con el objetivo de ofrecer garantías a la población. También autoriza el control, en un trabajo coordinado con las alcaldías sobre esos mecanismos de pesaje.

La directora de Ibmetro, Mabel Delgado Dominguez, explicó que la entidad que conduce, apoyada en sus atribuciones, ayudará en tareas de sensibilización a las comerciantes para que retiren del mercado esas balanzas. “Vamos a sensibilizar para que, poco a poco, ya se las retire del mercado”, señaló al remarcar que es tuición de la Alcaldía aplicar el reglamento de la normativa vigente. 
Ibmetro controlará desde el 29 de septiembre que las balanzas, de cualquier clase, importadas cumplan los estándares de la normativa internacional.

En el caso de los mercados, “no podemos retirar esas balanzas (tradicionales), porque ingresaron al territorio nacional antes de la vigencia de esta norma”, puntualizó.

A su turno, Nataly Solari Pinto, jefa municipal de Defensa de los Derechos del Consumidor, explicó que las vendedoras conocen la disposición, “pero todavía hay condescendencia” de las autoridades ediles.

El interés por erradicar estos sistemas de pesaje obedece a que con estos es posible alterar el peso con facilidad y engañar a los compradores.

Silva aseguró que después de hacer pruebas de campo,  Ibmetro evidenció que las romanillas pueden tener una variación de hasta 200 gramos por kilo, debido al aflojamiento de los resortes, sin que necesariamente involucre una acción de mala fe del vendedor.

“Tenemos que vender cabal y comprar cabal, a peso y precio justo”, dijo a este medio Eugenia, una vendedora de frutas del mercado Rodríguez, quien tiene “más fe en la romanilla”. Para Elena, quien es carnicera, “no hay engaños”, pues las autoridades controlan el peso durante los operativos, mientras que otras pidieron que la Alcaldía instale puntos de control de peso. Un reclamo coincidente es que la Intendencia no funciona en el mercado Rodríguez desde hace bastante tiempo.