- Sociedad

- Aleja Cuevas
12/5/2025.- Una de cada cuatro estudiantes universitarias fue víctima de hostigamiento o acoso sexual a lo largo de su trayectoria académica. Así lo revela el estudio Acoso sexual en la Universidad Mayor de San Andrés aplicado a 1.697 estudiantes, de quienes el 25 por ciento (423) declaró haber experimentado este tipo de violencia en las aulas.
Las cifras son alarmantes no sólo por su volumen, sino también por las dinámicas de encubrimiento, silencio y reproducción que permiten su permanencia en el tiempo.
La mitad de los encuestados manifestó conocer casos de acoso sexual en el entorno universitario, lo que refuerza la idea de que estas prácticas forman parte de una cultura arraigada dentro del espacio académico.
“Todos saben quiénes son los acosadores, especialmente entre los docentes; son conocidos, hasta nos dicen que tengamos cuidado”, relata una estudiante. Otras frases como “es un secreto a voces” se repiten en los testimonio y dejan en evidencia la existencia de una cultura del silencio que normaliza el acoso y protege a los agresores.
El acoso entre pares —el más frecuente— implica desde chantajes emocionales, toqueteos e insinuaciones, hasta la imposición de relaciones sexuales.
Por otro lado, los docentes son el segundo grupo más señalado como agresores, con un 29,79 % de los casos. Este tipo de acoso se da mediante el abuso de poder y autoridad académica, a menudo bajo la lógica del quid pro quo, exigir favores sexuales a cambio de beneficios académicos. “Él, para entregar tus notas o trabajos finales, te cita en su casa. Eso no es secreto”, afirmó una estudiante de 27 años.
Los comentarios sexualizados, las bromas inapropiadas y las miradas invasivas son parte de lo que el estudio define como entorno hostil en los cursos. “Todos decían que su aula era como un harem, porque las mujeres que pasaban con él aprobaban”, dijo otra de las entrevistada.
Las prácticas de acoso no se limitan al espacio físico de la universidad. Varios testimonios señalan que los agresores han seguido a sus víctimas fuera del campus, o incluso les han escrito mensajes por redes sociales en horarios inadecuados, como ocurrió con una estudiante que recibió mensajes a las tres de la madrugada. “Lo vi parado en la esquina de mi casa y dije: ¿Cómo es que sabe dónde vivo?”, relató una joven de 24 años.
El 53 % de quienes vivieron estas situaciones reportó que afectó negativamente su rendimiento académico, mientras que el 30 % reconoció haber sido perjudicado en su trayectoria universitaria.
Bajas calificaciones, ausentismo y hasta abandono son algunas de las consecuencias más frecuentes de este problema. Una de las conclusiones de estudio es que el acoso sexual en la universidad es conocido, pero no se denuncia por temor a la represalias.