Estaba yo tranquilamente dando una vuelta por mi barrio, viendo el martírium de los buses, camiones y volquetas que hacen la fila para el diésel, cuando mi vecino me preguntó qué opinaba acerca del referéndum.
—¿Cuál?–, pregunté.
—¡Cómo no va a saber!, me dijo.
—Bueno, no es mi culpa. ¿Sabe lo que hicieron con nuestra respuesta en el último referéndum?, pregunté de vuelta. Se les dijo NO ES NO y ellos entendieron “puetsershí” hasta ver arder al país y escapar en avión, como un verdadero cáncrum.
Pero la verdad, no es bueno quedarse en la ignorancia, aunque según el sabio Erasmo de Rotterdam, “cuanto más ignorante seas y más te engañes, serás más feliz”. El hecho de que la frase la pronunciara un sabio hablando de ignorancia me hizo desconfiar, así como el hecho de qué hoy en día, en internet, haya un maremágnum de lindas citas atribuidas a Mafalda, a García Márquez, a Jorge Luis Borges o al Papa, y que en realidad son invención del vecino de la esquina y su máquina de hacer memes. Así que, decidido a ser menos ignorante y por tanto menos feliz, le hice llegar un memorándum al amigo más infeliz que tengo, el doctor Desiderio Francisco Leyes Justo, alias el “Des-Pacho”, un abogado tan jodido que cuando va a al Caribe los tiburones no lo muerden, por cortesía profesional. Me fui hasta la Corte Suprema de Justicia en Sucre y me presenté en su oficina, grande como un auditórium, en la famosa calle rebautizada como “Bahía de Cochinos” por la cantidad de abogados que uno encuentra. “No trates como constitución a quien te trata como decreto supremo”, rezaba una frase al entrar.
—Buenos días, doctor. ¿Cuánto cobra por una consulta rápida? 
—700 dólares al cambio del día por tres preguntas.
—¿Por qué tanto? 
—Porque tengo que pagar mi próxima vacación en Dubái. ¿Cuál es su tercera pregunta?
—Ya pues doctor, en serio. Le vengo a consultar su criterio profesional por las preguntas del referéndum, un delírium de los inéptum a cargo de nuestro gubernáculum.
—A ver, revisemos, pero rápido, porque mi última clienta me espera para tomar una Vienesa en el Parque Bolívar para celebrar su divorcio. Usted me entiende.
—Lastimosamente. Veamos entonces: ¿Está Ud. de acuerdo en que la reelección establecida constitucionalmente por una sola vez de manera continua del presidente y vicepresidente del Estado sea ampliada para incorporar la reelección de manera discontinua, lo cual implicaría modificar la Constitución Política del Estado? 
—Le respondo: ¿sirve de algo que hayamos sacado una nueva CPE, que hayamos rebautizado al país, que hayamos puesto “pluri” antes de cualquier nombre de organización, si vamos a tener que estar preguntando cada detalle de una constitución que ni respetamos ni hacemos respetar? Qué le puedo decir mi amigo. No es no. No como respuesta a la pregunta, sino como reacción a que quieran hacerla. 
—Entiendo. Siguiente: ¿Está Ud. de acuerdo con mantener la subvención a la gasolina especial, pese al gran costo económico que significa para las bolivianas y bolivianos, y que al tener un precio mucho más bajo que el internacional se genera contrabando, daño económico al Estado, escasez de dólares y desabastecimiento de combustibles?
—La tres es la misma, solo cambia la gasolina especial por diésel.
—Mi amigo, imagínese que tiene usted seis años y su mamá lo busca, chancleta en mano, para que se coma sus verduras. Figúrese a la autora de sus días preguntándole “¿Quieres comer verduras para reforzar tu sistema inmunológico o quieres comer solo pollito porque es rico, a riesgo de desarrollar obesidad mórbida infantil?”. ¿Se lo imagina? ¡Su mamá le hace comer las verduras a chancletazos, mi estimado! Ya le he dado la respuesta. 
—Y bueno… cuarta pregunta y final: ¿Está Usted de acuerdo con modificar el Art. 146 numeral I de la CPE para incrementar el número de 130 diputados para que ningún departamento pierda su actual representación y los departamentos con mayor población reciban mayor número de diputados en función al resultado del Censo de Población y Vivienda 2024?
—Respuesta fácil mi amigo: ¿Ha visto los diputados que tenemos? Bueno, ¿Quiere que tengamos MÁS de esos?
Estaba yo saliendo, con mis dudas despejadas, cuando el doctor me pasó una gruesa factura. “Hay casos que se ganan, otros que se pierden, pero todos se cobran”, me dijo, antes de desplumarme como a gallina en época de resfríos. “Gracias doctor” le dije, mientras abandonaba el “des-pacho”, más liviano en mis arcas, más preocupado por lo que nos espera, pero con el desiderátum de mejores días para la patria.