Es, probablemente, uno de los hechos menos conocidos de la historia de la Independencia Nacional. Hace exactamente 200 años, el martes 1 de febrero de 1825, una semana antes del triunfal ingreso de Antonio José de Sucre a La Paz y de la convocatoria del Mariscal de Ayacucho a la Asamblea Constituyente que habría de definir la creación de Bolivia, el coronel Carlos Medinaceli Lizarazu emitió desde su Cotagaita natal una proclama que declaró la independencia de esta tierra.

“Ha llegado el día en el cual, como naturales del país y soldados de la Patria, debemos pronunciarnos y proclamar la independencia y autonomía de nuestra Patria Charcas, mal llamada Alto Perú, del Imperio español y a la vez de los ex virreinatos, hoy repúblicas del Perú y las Provincias Unidas del Río de la Plata. 

Después de dieciséis años de la muy sangrienta lucha en guerrillas, combates, y batallas por la libertad, debemos liberarnos al fin de la tiranía y el despotismo español, que nos ha sojuzgado cerca de tres siglos, desde la conquista española del Imperio incaico, autóctono y propio de nuestro país, el año 1533 en Cajamarca del Perú y en Charcas”, se lee en las primeras líneas de aquel histórico documento.

Medinaceli Lizarazu fue el comandante de las fuerzas patrióticas que el viernes 1 de abril de aquel mismo año derrotó al último núcleo de realistas establecidos en alguna de las cinco provincias —así se denominaban por entonces— que formarían dentro de cuatro meses la nueva República de Bolívar.

“Hoy, 1º de febrero de 1825, proclamamos nosotros en esta ciudad capital de Chichas, con todos sus pueblos y las tropas a nuestro mando. El día 15 del corriente mes, la proclamará en la capital Chuquisaca, el señor coronel Francisco López de Quiroga, con sus Dragones de la Frontera. El coronel Juan Manuel Mercado ocupará Santa Cruz (…) Compañeros y camaradas: ¡Viva la libertad y viva la Patria!”, prosigue aquella proclama.

La firma del Acta de la Independencia Nacional fue un formalismo. Bolivia nació antes de aquella histórica fecha.