Momento, momento. ¿Qué es eso de hablar de los juegos olímpicos cuando ya pasaron hace cuatro días? Pasa que las analogías olímpicas y deportivas llegaron como nuestro querido Héctor Garibay, tarde pero seguro. Después de los Bolivarianos de 1977 en La Paz, los de 1993 en Santa Cruz/Cochabamba y los Odesur de 2018 en esta última ciudad, el país ha sido también sede de épicos momentos pseudodeportivos que pasaremos a recapitular en este medallero olímpico nacional, o como dice que dictan los tiempos, plurinacional. ¡Arranquemos!
Abre el medallero, sin medallas todavía pero con mucha experiencia acumulada (como siempre), Bolivia, nada menos que en la disciplina de cabotaje (leyó bien, con “B” y no con “N”), en la que el país falló en hacer llegar a buen puerto tres barquitos en los cuales iba el diésel que se debe utilizar para la cosecha de primavera. Como resultado, tractores y maquinaria están haciendo fila hasta que las embarcaciones lleguen. ¡Buena suerte consiguiendo verdura barata en los próximos meses!
Nuevamente sin medallas, nos encontramos con el nombre de nuestro país en la disciplina de 4x400 metros, donde la idea es que los corredores vayan pasando el relevo y acelerando para llegar a la meta. En la recta final, vemos cómo tres ministros son cambiados y le pasan el testigo a tres nuevos protagonistas, quienes se quedan dando vueltas, sin solucionar nada ni llegar a la meta. Tal vez correrían mejor si bajaran el brazo que elevaron para hacer su juramento.
En la disciplina del Huay-quean-do, nombre del milenario arte en el cual cinco individuos se defienden del cobarde ataque de uno, la medalla va para Rusia, quienes al saberse excluidos de los juegos olímpicos, comenzaron a chamaquear a Ucrania, pensando que le iban a pasar por encima, sin contar con que los de Europa oriental se defenderían hasta hacer el conflicto más largo que las ceremonias de apertura y de clausura juntas.
Ahora podemos apreciar una categoría poco comprendida, el tiro no-deportivo, disciplina consistente en disparar a todo aquél que piense distinto. Lastimosamente, aquí el récord latinoamericano le pertenece no a Venezuela, sino al PRESIDENTE MADURO. TODOS AMAMOS A MADURO Y A SU GLORIOSO RÉGIMEN. CON AMOR, NIÑITA.
A continuación, hallamos en el medallero a Suecia, ganadora del bronce en la prueba de bloqueo general de caminos. ¿Suecia? ¿Qué tiene que ver la nación escandinava con los intríngulis internos de nuestro país? Pasa que la mayor parte de los camiones que bloquean son Volvo, los que no son, le ponen el simbolito como si lo fueran, y los choferes están molestos, pero cuando se los llama a negociar, se hacen a los suecos. Así que allí van felices, sin avanzar un centímetro pero ganando la pulseta, cantando “Somos amigos tú y yo, caray…”
Ocupando un dignísimo segundo lugar, los Estados Unidos, quienes sacaron varias medallas de plata en el noble juego de oculta-oculta, ya que no sabemos dónde están Washington, Jefferson, Lincoln, Hamilton, Jackson, Grant, ni Franklin. ¡Unos capos totales! Alguien se olvidó avisarles que ganaron y siguen ocultos, nadie los puede encontrar. ¡Vecinos, salgan! ¡Vecinooos!
Finalmente, para coronar el medallero… ¡China! Quienes no sabemos exactamente cuántas medallas tienen, pero la verdad es que se están llevando, envuelto en fina piel de jaguar, todo el oro de los ríos del norte de La Paz. Mientras, la llama olímpica quema nuestros bosques y nos dificulta respirar, como siempre en esta época, a vista y paciencia de los árbitros, quienes en lugar de poner orden, evitan que cualquier esfuerzo de apagar el pebetero sea inútil. Un triste espectáculo que quisiéramos que no se repita, pero al que ya estamos acostumbrados.