Estaba yo tranquilamente en el mini súper de la esquina, buscando un sustituto para mi café, cuando se me acercó para importunarme un individuo que decía ser candidato en las elecciones judiciales. La verdad es que no me gustó su interrupción, porque para mí el tema del café es muy serio: pocos son los bolivianos que saben que tenemos uno de los mejores cafés del mundo, y que estuvimos fuera de las grandes ligas durante largos años, debido a una penalización de autoridades de comercio internacionales. Cuando volvimos, entramos directo al top ten, y hoy se puede hallar café boliviano en varios lugares del mundo, codeándose con los mejores granos de Brasil, Colombia, Kenia, Etiopía y Wakanda. El problema es que antes el café era un gustito, y gracias a la gestión de nuestras payasescas autoridades y sus tilinescas políticas económicas, casi se ha vuelto un lujo. ¡Aprendan, neoliberales!

Lo único positivo es que al ser tan cara la estimulante bebida, la consumo con menos frecuencia. La wife me riñe cuando tomo más de dos tazas al día y por eso, el café de la tarde me lo preparo en vasos. Nunca está demás el preparar uno ya entrada la noche, por si la inspiración te agarra como a un ave nocturna y te tiene trabajando hasta las 3 de la mañana, fresco como una lechuga. *Digamos que tomo café porque lo veo como una manera de llenarme de energía y orgullo nacional al mismo tiempo. En fin, este candidato me comenzó a pedir que vote por él.

–Oiga, ¿acaso no tienen prohibido hacer campaña?
–Bueno… sí, en realidad, esto es lo máximo que puedo hacer, acercarme a la gente a pedirle su voto. Es que nadie sabe por quién está votando.
–Pues yo ni me acuerdo por quién voté en las primeras elecciones judiciales.
–¿Y en las últimas?
–Le seré honesto. Aún estaba molesto por el desconocimiento al voto del 21F, así que puse en la papeleta al famoso “negro del Whatsapp”. Y la verdad, creo que podría haberlo hecho mejor que otro “negro” que tenemos de autoridad por ahí…

El candidato repartía volantes y saludaba señoras, mientras yo buscaba unas galletas que vayan con mi cafecito. 

–Anímese, vote por mí. Soy el doctor… 
–Disculpe que lo interrumpa, pero me imagino que es usted licenciado en ciencias jurídicas, no “doctor”.
–No pues, es que a todos los abogados se les dice doctor…
–Permítame decirle que no. Primero se hace una especialización, luego una maestría, y luego una tesis cuyo postulado afecta de modo vital a su campo de desempeño. Entonces se le otorga un título de doctorado. Esto es muy importante. Una vez yo estaba en el PumaKatari y un señor comenzó a sentirse mal, parecía que se iba a morir, y el único que había cerca era doctor en filosofía, que nos dijo que todos nos íbamos a morir igual. 

–No, pero mire, yo he trabajado con la doctora…
–Ah, otra cosa: repita conmigo, “mi título NO ES parte de mi nombre”.
A estas alturas, el candidato ya estaba molesto y convencido de que estaba perdiendo su tiempo conmigo.
–Mire, le seré sincero. Si voy a votar por alguien, prefiero que no sea un “azul”, ¿me entiende?

El joven me miró largo y entendió. Yo por mi parte, entendí que una vez más nos estaban mandando a votar por candidatos “filtrados”, así que no importa si se llama Elver Galarga, Débora Meltrozo, Dolores Delano o Benito Camela, ninguno va a solucionar el gran problema de nuestra justicia, teñida de azul y de vergüenza durante tantos años. Porque buena no fue nunca, pero jamás imaginamos cuán peor podía llegar a ser. 

*Mi médico me pide que aclare que tomar café después de las 6 de la tarde puede resultar en pérdida del sueño y eso no es bueno, ya que, para cortarnos sueños e ilusiones, ya tenemos a los actuales gobernantes. Ah, y también, me piden que no desaliente a la gente a votar en las elecciones judiciales, aunque no tengamos la más pájara idea de a quién estamos eligiendo y por qué.