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  • Wilma Pérez

15/12/2024.- Juan Bautista llegó al recinto electoral de la Unidad Educativa Villa El Carmen en una silla de ruedas, la insuficiencia renal no impidió que emita su voto en la tercera elección judicial que registra Bolivia. Otros llegaron caminando, flanqueados por sus familiares, también en carritos de carga, la mayoría empujados por sus hijos o nietos.

Al igual que Bautista, otros enfermos y adultos mayores llegaron a los recintos electorales alteños desde muy temprano, así lo corroboró Agustina Carrasco, jurado electoral de la mesa cinco en Villa El Carmen. “Los primeros en votar fueron los adultos mayores, algunos llegaron en carritos o silla de ruedas”, dijo.


Tomado de la mano de su hija de 12 años, Alfredo salió del curso Segundo C, de la Unidad Educativa Puerto del Rosario, en la zona de Nuevos Horizontes, la niña se encargó de marcar en las casillas que su padre le dijo. “Yo padezco de ceguera y mi hija, que es la menor de sus hermanos, entró conmigo al curso, ella leyó los nombres y yo le dije en que cuadro marcar, en las anteriores elecciones también me acompañaron mis hijos, perdí la visión en un accidente”.
En el recinto electoral más grande del distrito 2 de El Alto, instalado en la Unidad Educativa Unión Europea, se ubicaron 34 mesas, hasta ahí llegó Gloria Apaza, su hija empujó la silla de ruedas. Con más de 80 años insistió en cumplir con su deber ciudadano y su hija, junto a sus nietos, acompañaron en el trayecto de seis cuadras, en la zona de Santiago Segundo.
 

Ingresó al curso con su hija y uno de los jurados de la mesa, en estricto cumplimiento al reglamento electoral que especifica que los adultos mayores o personas que requieran ayuda para sufragar no hacen fila, si llega solo el presidente de la mesa lo acompañará al igual que un testigo de la fila para cuidar que se respete su decisión.
 

Eso sucedió con Alejandro Choque, quien llegó hasta la Unidad Educativa Unión Bolivariana de la zona Elizardo Pérez en un carrito, empujado por sus dos nietos, ellos no quisieron ingresar al curso y fue el presidente de la mesa ocho, quien lo acompañó, junto a un señor de la fila.
 

“No sabía que los abuelitos podían votar, mis papás vive solo en una comunidad de Pucarani, pero como no saben cómo van a votar, desde hace 10 años”, dijo Soledad Cruz.