- Somos los mejores en comunicación
Estimado papá:
Te escribo apurado desde el teléfono, porque la llegada en paralelo de la Copa América y de la Eurocopa me puso en un aprieto que solía tener solo cuando se juegan los mundiales. Tuve que recalcular tiempos, rechazar invitaciones y mover la agenda, para que ningún cumpleaños de sobrina, reunión de status o cita médica se cruce con algún imperdible Eslovenia-Dinamarca o Costa Rica-Paraguay. Habrá quienes se rían, pero si un España-Italia llama tanto la atención, no se debe menospreciar la sorpresa que te puede dar un Canadá-Venezuela, que de hecho, fue uno de los mejores partidos de este lado del charco.
Bueno, eso de “este lado” es bastante discutible. La Copa América se jugó en el norte, donde esperábamos que todo fuera, como en Europa, de primer mundo. Es hasta raro, porque nosotros le decimos América a todo el continente, pero los gringos se dicen así solo a ellos mismos. Resulta que las canchas yankis, armadas como rompecabezas, en realidad le rompieron la paciencia a Bielsa, la planificación al resto de entrenadores y a Messi casi le cuestan el tobillo.
Sobre el 10 de Argentina, me sorprende la cantidad de detractores que tiene el enano. Veo los cientos de “me divierte” en la foto de su tobillo vuelto un melón y no lo entiendo. El Messihater es una especie de terraplanista del fútbol: la evidencia de que el tipo es un fuera de serie es abrumadora, pero el otro responde que la FIFA le regaló los 45 títulos, los 807 goles oficiales, las 350 asistencias y los 8 balones de oro, los que, por cierto, son producto de una votación mundial de periodistas.
Flash noticioso: se puede ser madridista y admirar a Cristiano Ronaldo –otra bestia romperécords fuera de serie –sin denostar a un tipo que ya no tiene por qué probarle nada a nadie. Solo quisiera que el tipo elija un equipo para jugar y ganar la Copa Libertadores, la única que le falta para desbloquear el FIFA.
La FIFA fue justamente la que autorizó ambos torneos en paralelo, colmando de fútbol este pasado mes y haciendo inevitables algunas comparaciones: mientras en Alemania la pelota fluía como en un tapete de billar, en nuestra copa la pelota chocaba con los bordes de la alfombra. Mientras en Europa se veía un cordón humano para evitar invasiones de campo, la seguridad norteamericana, capaz de detener una célula terrorista, a unos extraterrestres pérfidos o a un virus de computadora maleado (según sus películas), se rendía frente a veinte colombianos colándose por ductos de ventilación, al estilo de “Duro de matar”. Mientras en Europa le anulaban un gol a Dinamarca por un off side de un milímetro, porque ni modo, así es la regla, la final americana tenía un medio tiempo ¡de 26 minutos! porque Shakira tenía que cantar 4 temas, los mismos de un anterior show, encima con playback. Por lo menos hubieran llevado a Piqué al palco, para que la diva cante con un poco más de enjundia.
Acerca de la participación de nuestra selección, no sé qué decirte que no se haya dicho antes. No se puede echar más leña al fuego (y no estoy forzando una analogía con troncos). Que echen al DT. Que clonen a Billy Viscarra. Que convoquen a Henry Vaca. Que juguemos en la punta del Sajama. Que llamen a los Avengers. Toda idea es digna de consideración, porque realmente es mucho lo que tiene que cambiar. Menos la camiseta color Mentisán, por cierto, que a mí sí me gustó, aunque la hayan usado una sola vez.
En fin, me voy despidiendo porque me voy al estadio. Volvió nuestra liga, la que se juega en cámara lenta, en la que el volante de creación no encara y se queda pensando qué hacer con la pelota antes de pasarla atrás, en la que nuestros changos necesitan no una baldosa, sino medio patio para poder dominar un pase, en la que los jugadores fingen lesiones para no jugar, en la que los dirigentes se preguntan por qué la gente no paga para ver tan atractivo espectáculo.
Esito sería papá, no te molesto más. Yo me traslado después de un mes a dormir de nuevo en camita, desterrado como estaba en mi living, para poder ver todo ese fútbol que nos inundó durante un mes.
Enviado desde mi iPhone (debajo de mi frazada, tiritando de frío, esperando que llegue el 24 de julio para que comience el fútbol olímpico).
Por: Martín Díaz Meave