31/1/2025.- Estaba yo tranquilamente juntando fuerzas para llegar a fines de este enero que se alarga indefinidamente, cuando comenzaron a aparecer en mi feed las noticias ya no de Trump, el (de nuevo) presidente de los Estados Unidos, sino de su hongo parásito, el multimilloneta Elon Musk. 

Elon es un tipo admirable.Ha conseguido todo lo que se ha propuesto en esta vida, salvo que le llamemos “X” a Twitter, el peor nombre que se le ocurrió a nadie desde Abraham Tirado Rico o a mi amigo Remberto Parada, que como era fan de Paloma San Basilio, le quería poner a su hija el nombre de dicha artista. 

Pero en fin. Elon tuvo sus diferencias con Trump hace tiempo, pero se realineó con él desde su anterior presidencia; lo criticó por salirse del Acuerdo de París y no le gustaron sus políticas migratorias. 

Es obvio, como buen millonario, Elon aprecia la mano de obra barata. Sin embargo, tiempo después comenzó un veradero “bromance” entre ambos: desde 2022, Musk comenzó a coquetear con varios políticos republicanos, conservadores y a hacerle mala cara a políticas progresistas.

 Después de comprar Twitter (quién tuviera 44 mil millones de dólares para tirar por la ventana), le devolvió a Trump su cuenta, que había sido suspendida por políticas de la empresa, consecuencia de la ahora famosa toma del Capitolio. 

En ese momento, Musk se había referido al nuevamente presidente como “una figura muy divisiva”. El magnate inmobiliario no volvió de inmediato a la red del pajarito, sino que abrió la suya propia, Truth Social, una especie de Twitter en la que solo se encuentra a sus fans (y a los pobres periodistas de medios que tienen que cubrir sus esperpénticas intervenciones).

Pero ojo, no es que se caen bien por ser millonarios y listo. El realineamiento tiene que ver con todos los caprichos de opulencia que el inventor de Tesla no puede tener: la famosa fábrica de autos eléctricos, por ejemplo, no tiene un sindicato para sus trabajadores, y la administración Biden estaba obligándolo a tenerlo. SpaceX y la mencionada industria, por otro lado, se benefician de los recortes impositivos y de la desregulación impulsada por Trump. 

Ambos son hombres de negocios, así que ni siquiera necesitan caerse bien, solo tener intereses comunes, los que generalmente son tener más millones aún. El ricachón sudafricano despreciaba, porque reducían sus ganancias, las políticas DEI (Diversity, Equity and Inclusion, diversidad, equidad e inclusión), las cuales fueron retiradas en la primera tanda de decretos firmados por el nuevo presidente; de igual manera, se alineaba con las políticas republicanas sobre el tema del cambio climático, básicamente negándolo. Sí jóvenes, hace autos eléctricos, pero al hacerlos, ¡contamina igual!

En todo caso, el gran gazapo del dueño de Tesla, SpaceX y “X”, fue que tuvo, o un ataque de sinceridad demasiado público, o el peor lapsus de su vida, y levantó la mano haciendo el saludo nazi. Si algo está aún en un extremo del espectro de la cancelación (y mejor si se queda ahí), es la ideología que produjo millones de muertes en el siglo XX por el hambre de poder de un personaje. Y seamos sinceros, lo que está mal, está mal. Pero el ñato no solo no se disculpó, sino que escribió un post diceindo que llamarle nazi a todo ya está gastado, y para rematar la posible mala percepción, apareció apoyando públicamente al partido de ultra derecha alemán AfD. 

Pero la cereza de la torta es que me encontré a demasiadas personas, más de las que creí, defendiendo al milloneta. ¡Ni mis amigos del Bolívar se atrevieron a tanto, oye! Hasta salió Milei a defenderlo como “su amigo”. En fin. 

Vale recordar que los nazis no eran villanos de película, eran una mayoría que votó por su líder y cuando éste comenzó a cometer injusticias, no hicieron nada. Y como dijo Edward Burke, lo único que necesita el mal para triunfar es que los buenos no hagan nada. Así que ojo con Elon, que será muy bueno para los negocios, pero parece que su brújula moral es marca Polystation.