La publicación de la emblemática novela La Chaskañawi de Carlos Medinaceli (1898-1949) a instancias de la Biblio- teca del Bicentenario de Bolivia (BBB), mediante el Centro de Investigaciones Sociocomunitarias (CIS), por el diseño de la portada y la imagen oceánicamente lejana al personaje chola Claudina, a su visión de mundo y a sus prácticas matriciales con la indianidad, habría que ubicarla en la dimensión de la colonialidad multicéfala del poder, del saber, de la naturaleza y de género. 

Más que sancionar o culpabilizar a algún rey chiquitito diseñador, el problema habrá que asumirlo como parte de la explicación estructural: el colonialismo interno sigue vigente. La portada revela aquello que todavía está presente en varias instituciones públicas y privadas, un colonialismo interno atroz donde siguen las jerarquías espesas, los barrocos procedimentales en los trámites y las visiones de mundo dominadas por la ajenitud hacia las alteridades cholas e indígenas. 

En el caso concreto de la portada de La Chaskañawi es indudable que la focalización simbólica estuvo por fuera del cosmos narrativo de la novela. Por ello, más que buscar responsable alguno, lo que toca es tomar conciencia de la forma de producción de sentidos simbólicos y qué soluciones creadoras pueden darse a gran parte de futuros lectores. 

¿Cómo reparar el diseño de tapa de La Chaskañawi? Primero, un acto institucional de autocrítica para sanar la herida colonial simbólica. Segundo, dado que es difícil ya sustituir la tapa y teniendo en cuenta que debieran leer masivamente los estudiantes de secundaria, toca distribuir gratuitamente un buen porcentaje de la novela La Chaskañawi y, en acuerdo con determinadas unidades educativas, los docentes del área de Comu- nicación y Lenguajes y de Ciencias sociales, el Magisterio, el Ministerio de Educación, gestar guías de lectura o material educativo que –en diversas posibilidades pedagógicas– actualicen las lecturas-escrituras críticas y creativas sobre La Chaskañawi. 

En esta línea, elaboren también crítica y creativamente diseños de portada en procesos colectivos y de amplio debate e interaccionismo conversacional. Quizás solo la palabra que va y viene entre potentes lectores de secundaria y la figuración de diseños posibles de la tapa, los cuales deben ser también creados estéticamente y argumentados académicamente según el grado de complejidad pedagógica para secundaria. 

Finalmente, siendo La Chaskañawi una novela basada en el mundo andino –festivo, carnavalesco, dialógico y vital milenariamente desde la tierra y paisaje– y desde el idioma quechua, toca gestionar las lecturas posibles desde un horizonte hermenéutico con pertinencia sociocultural y lingüística que despliegue al mismo tiempo el potencial transformador de la ficción novelesca, mucho más en tiempos de crisis colonial de la lectura y escritura, así como de la crisis de comprensión de la alteridad, en este caso, chola.

¿Habrá voluntad institucional descolonizadora en el CIS y la BBB? ¿Habrá la impulsión por aprender las lecciones y emprender soluciones creativas y descolonizadoras? No vaya a ser que la voluntad pä chuyma –ambigüedad, indecisión y doble corazón– del personaje y señorito estudiante Adolfo, impregne también cierta realidad institucional que se asume de ser descolonizadora y crítica de la colonialidad multicéfala.