“El futbol es la cosa más importante de las cosas menos importantes”. La feliz expresión es atribuida tanto al entrenador italiano Arrigo Sacchi como al futbolista retirado argentino-español Jorge Valdano. No importa quién la hubiera acuñado, lo real es que encierra una enorme verdad.
Cuando la Selección Nacional ganó el martes a su similar de Chile en el estadio Nacional de Santiago, por algunos momentos, dio la impresión de que todas las tensiones causadas por un enrarecido ambiente político interno se disipaban y pareció que hasta la terrible contaminación que afecta a todos los habitantes del país se aclaraba en alguna medida.
Son tan pocas las alegrías que el fútbol, ese deporte tan importante, nos da que cada victoria es celebrada ruidosamente por los bolivianos.
Parece ser un tema tan poco trascendental que todos se animan a opinar sobre un partido, independientemente de que tengan algún conocimiento más o menos profundo o ninguno. Pocos espectadores hay que ahorran comentarios cuando un jugador falla en algún momento porque cree que es capaz de hacerlo todo y mejor.
Nunca se le da la real importancia que tiene. Es una de las industrias planetarias que genera, de acuerdo con un informe de la prestigiosa consultora internacional Deloitte anualmente 500 mil millones de dólares. La pasión tiene un precio altísimo, por lo visto.
Ninguneado por intelectuales durante largos años, el fútbol fue visto como una especie de “opio de los pueblos”. Tal vez, por ello, el escritor español Manuel Vázquez Montalván lo calificó de “religión en busca de un dios”.
Es tan fuerte esta actividad que, tan sólo para citar un ejemplo, se calcula que la marca Real Madrid, considerado el mejor club del mundo, vale más de 1.646 millones de dólares. Si se considera que las Reservas Internacionales Netas de Bolivia son de 1.905 millones de dólares, habrá que convenir que una sola entidad vale casi tanto como ahorros tiene el país.
¿Será momento adecuado para que las autoridades nacionales consideren el aporte del fútbol al Producto Interno Bruto, a pesar de que los clubes más populares están condenados a sufrir penurias económicas permanentes?
¿Será momento para que profesionales en economía aborden este tema con seriedad?