De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), publicados con motivo del reciente aniversario de la creación de Bolivia, a 2022, el 97 por ciento de los hogares bolivianos recibían energía eléctrica, aunque solamente el 53,9 contaba con el servicio de alcantarillado.
Aunque estos indicadores muestran una notable mejora respecto a años anteriores, pero no deja de ser preocupante que aproximadamente la mitad de los hogares bolivianos no cuente con un sistema sanitario adecuado para la eliminación de desperdicios, con todo el riesgo que ello implica para la salud de humanos y los animales que pueden vivir en su entorno.
Es un tema que debe ser subsanado. Se entiende que la mayor incidencia de este déficit se presenta en áreas rurales, pero es lógico suponer que alcanza a las zonas periurbanas de las ciudades y aquellas urbanizaciones en las que se producen asentamientos recientes.
Además, la existencia de redes de alcantarillado sanitario no es una garantía, por sí sola, de preservación y cuidado de la salud, pues los desechos llegan a los principales ríos que corren cerca de las ciudades capitales e intermedias e, incluso, son el destino de los desperdicios en poblaciones pequeñas.
Por lo que el siguiente paso debe consistir en construir plantas de tratamiento de aguas servidas. Es imprescindible que el Estado aplique esta acción como una forma de velar por su capital más importante, el humano.
De los datos publicados por responsables del INE se desprende un detalle interesante. A 2022, solamente el 30,8 por ciento —menos de la tercera parte— de los hogares bolivianos recibían gas natural por redes. La gran mayoría todavía debe aprovisionarse de este energético a través de garrafas, que exigen un esfuerzo físico adicional para su traslado desde el camión distribuidor hasta el punto de uso y son apreciablemente más caras.
Este problema es propio de barrios alejados de las principales ciudades del país y en las comunidades y poblaciones más alejadas de las urbes más importantes, donde tender redes exigiría una inversión que no tendría retorno.