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¿Un Premio Nobel? ¿Una científica? ¿Una política? Claudia Sheinbaum es todo eso y más. Su victoria en las elecciones presidenciales de México es un hito sin precedentes para su país, no solo se ha convertido en la primera mujer en ocupar la presidencia de México, sino que también ha logrado ser la candidata con el mayor número de votos en la historia electoral. Con una votación de casi el 60 por ciento, Sheinbaum toma las riendas de una nación de 130 millones de personas, enfrentando desafíos de gran envergadura.
Su participación en el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) de la ONU, colectivamente laureado con el Premio Nobel de la Paz en 2007, resalta su compromiso de alertar sobre las severas consecuencias del cambio climático, que incluyen migraciones masivas y una intensificada lucha por los recursos naturales.
La prensa mexicana destaca la trayectoria académica de Sheinbaum, una física distinguida egresada de la UNAM y experta en ingeniería ambiental. Como investigadora en el Instituto de Ingeniería de dicha universidad, su excelencia académica la llevó a obtener un doctorado en el Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley, EEUU.
“Llegamos todas: con nuestras abuelas, con nuestras madres, con nuestras hijas y con nuestras nietas”, proclamó Sheinbaum en su discurso de victoria. Según el medio regional Presentes, su mensaje no solo resonó en millones de mujeres que la ven como un símbolo de esperanza y cambio, sino en amplios sectores de la sociedad mexicana. “Respetaremos y haremos respetar la diversidad política, social, cultural, de género y sexual. Seguiremos luchando contra cualquier forma de discriminación”, enfatizó, subrayando su compromiso con la igualdad y la inclusión.
La formación y carrera de Claudia han estado influenciados por su familia de migrantes; su padre Carlos Sheinbaum fue un químico y empresario de origen judío asquenazí y su madre, Annie Pardo, es una destacada bióloga sefardí, ambos migrantes, y que tuvieron una activa militancia en movimientos de izquierda de la emblemática Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), inculcando en su hija la vocación y pasión por la justicia social desde temprana edad.
Como destaca la periodista mexicana Cecilia Gonzáles en su artículo para Nueva Sociedad, la líder mexicana se identifica con el movimiento contracultural de 1968, uno de los hitos más significativos del siglo XX en la lucha por la justicia y libertad, en el que jóvenes de diversas regiones del planeta se unieron para exigir el cese de los conflictos bélicos, abogando por la paz y reivindicando derechos a la libre expresión cultural y sexual.
“Soy hija del 68”, afirma Sheinbaum; en México, esta declaración tiene una resonancia especial al evocar la primera gran huelga universitaria que desembocó en el trágico suceso conocido como la masacre de Tlatelolco. Desde su juventud, ella destacó también como activista del “¡Comercio justo y democracia ahora!”.
Daniel Pardo, corresponsal de la BBC, consigna que Sheinbaum se postuló y ganó la alcaldía de Tlalpan en la Ciudad de México en 2015. Tres años más tarde, hizo historia al convertirse en la primera mujer en asumir la jefatura de Gobierno de la capital mexicana. Bajo su liderazgo, la Ciudad de México experimentó avances significativos en la reducción de la inseguridad, la expansión de ciclovías y la construcción del metro-cable más grande del mundo. Hoy enfrenta desafíos como la reducción de las brechas sociales, las violencias estructurales acentuadas por el narcotráfico, la trata y el tráfico de personas, los altos índices de feminicidio y las represiones policiales a las protestas callejeras de sectores sociales en busca de justicia.
Desde la asunción de Andrés Manuel López Obrador, Sheinbaum se perfiló como su sucesora. Durante su campaña, enfatizó que “es tiempo de mujeres y de transformación”, remarcando que la igualdad sustantiva es una necesidad urgente. Para Claudia, esta igualdad no solo significa tratar a todos por igual, sino asegurar que todas las personas tengan las mismas oportunidades para alcanzar su máximo potencial, sin importar sus circunstancias individuales.
Por: Patricia Flores Palacios