El sector turístico, es un motor de la economía, cuando los gobiernos le asignan la importancia correspondiente que es ineludible, en cuanto a la responsabilidad en la gestión de un gobierno y, en Bolivia, no se da el caso. Las Cámaras de Comercio que debían identificar la causa no la conocen, y realizan declaraciones periféricas sin soluciones puntuales. Eso no ayuda en nada.
Para que surja una transformación en el turismo, no bastan las declaraciones enunciativas, con cariz demagógico, sino implementar las medidas prácticas y efectivas con resultados tangibles; una de ellas, vital, es el potenciamiento del transporte aéreo, que es un trasunto de una realidad insoslayable: en Bolivia no podrá irrumpir un incremento masivo del turismo sin potenciar al transporte aéreo, con líneas aéreas nacionales y extranjeras.
¿Por qué España, Italia, Francia y Alemania, reflejan un registro de turistas excepcionales? Porque el transporte está exhaustivamente ordenado y la elegibilidad para el turista es variada. En Bolivia no existe la elegibilidad y el transporte por excelencia que debía potenciarse es el aéreo, por la condición mediterránea y la orografía.
Los lectores que aman a Bolivia y a su pertenencia, querrán saber la causa de nuestro deprimido turismo, con la cualidad de ser un país extraordinariamente atractivo: la respuesta es responsable y cierta, y no se la `puede refutar: habrá un incremento de turistas inmediato si se dispones de un mínimo de tres líneas aéreas regulares nacionales y 10 extranjeras, también con vuelos regulares. En Perú operan 26 líneas aéreas.
Es la solución efectiva en concordancia con las políticas de turismo internacionales, empero, las autoridades de aeronáuticas, no establecen políticas flexibles, facilitadoras del permiso aeronáutico para operar que no debe exceder los quince días, menos establecen tarifas reducidas para generar la atracción por los servicios aeroportuarios; debido a que las líneas aéreas extranjeras son muy sensibles a la rentabilidad, como toda línea aérea que se gestiona con rendimiento económico.
Después de establecer esta medida crucial parar el turismo, deben, las compañías de turismo, materializar la digitalización de todos los procesos y soluciones de inteligencia, además, los sistemas de escucha activa en múltiples idiomas para procesar las opiniones y preferencias de los turistas cuyo criterio es invaluable, como lo hizo España que hoy ingresa 50.000 millones de euros por concepto de la actividad turística.
Es necesario implementar un plan boliviano de modernización y competitividad del sector turístico. Las declaraciones se autoridades para que merezcan credibilidad, deben cifrarse en inversiones; primero en el transporte, luego en el sector turístico que, fundamentalmente, exigen la reconversión de las zonas clásicas de turismo como Los Yungas, Lago Titicaca, Tiahuanaco, Carnaval de Oruro, el Tipnis cochabambino y beniano, en Norte de La Paz, las iglesias jesuíticas, los parques protegidos como el Amboro y el parque Noel Kempf, las travesías en ríos del Oriente Boliviano, el salar de Uyuni, con el atractivo del litio, donde los turistas conozcan las mayores reservas mundiales de ese elemento.
Otro destino vitivinícola que es de interés es Tarija, cuyos vinos han sobrepujado el conocimiento mundial pues se los comercializa en Europa, ostentando mejor calidad que los similares chilenos que inundan nuestro mercado. Punto de inflexión para preferir siempre la industria boliviana.
Programas especiales de turismo cultural para Potosí y Sucre que disponen de museos excepcionales, todos estos destinos, que no son todos, acompañados y respaldados por una red regular de vuelos a localidades intermedias, donde el atractivo es singular y superlativo.
Estas inversiones que suponen un mejoramiento de la calidad de la oferta turística en Bolivia que se ajusta a los condicionantes del respeto al medioambiente, que hoy, es otro factor de decisión para elegir destinos. Por esta sensata política el sector turístico boliviano debe llegar a ser un referente internacional.
Otro tema fundamental es la formación turística, a cual contribuyen las universidades del país graduando cada año a profesionales en turismo y, la paradoja, es que no encuentran trabajo; para paliar este desfase toda alcaldía del país, no importando su dimensión debiera disponer de un profesional en turismo, que implemente y dirija, con su conocimiento académico, los objetivos turísticos del país.
Naturalmente, las inversiones del gobierno incrementaran la contribución del turismo al PIB y, va depender en gran medida, de la evolución de las condiciones sanitarias y de higiene estricta en los alimentos, y en los lugares de hospedaje, debido a que el mapa gastronómico de Bolivia es excepcionalmente extenso, atractivo y exquisito.
Para las autoridades que no conducen correcta y diligentemente, con conocimiento probado, la política aeronáutica del país, es imperativo que conozcan la indisoluble relación entre el transporte aéreo y el turismo, como ejes fundamentales y esenciales de crecimiento y progreso, especialmente en países en desarrollo como el nuestro.
El turismo y la aviación comercial civil configuran una relación simbiótica por la importancia de la conectividad, particularmente del acceso aéreo y su influencia decisiva para la viabilidad de la industria turística regional, ámbito, en el cual Bolivia ofrece ciertamente un potencial extraordinario.
Los profesionales internacionales en turismo, indican y comprenden, además de actuar eficientemente, que la industria del turismo depende enormemente del transporte aéreo, entonces, la situación actual de Bolivia nos infiere que una actividad aeronáutica civil decaída, genera un turismo incipiente.