• Cultura
Se trata de una colección familiar, cuyo museo abre martes y jueves.
  • Aleja Cuevas

06/12/24.- Una colección de 80 años. Elsa Paredes empezó a juntar desde sus ocho años sus primeras muñecas sin saber que su colección alcanzaría más de 2.000 piezas, muñecas que hoy están en vitrinas seleccionadas y en proceso de catalogación y clasificación, porque cada una representa una vestimenta tradicional de diferentes culturas de países de los cinco continentes del mundo. 

Paredes comenzó a conservar sus muñecas a sus ocho años, con una que le regaló su madre y otra de porcelana que recibió de su madrina, sin imaginar que algún día abriría un museo. “Le brillaban sus ojos cuando veía una muñeca”, recuerda Roxana Salazar, hija menor y directora del Museo Elsa Paredes de Salazar Muñecas con trajes típicos de Bolivia y el mundo, que abrió sus puertas hace más de 10 años. 

Paredes, quien falleció en 2013, fue hermana del reconocido escritor e investigador Antonio Paredes Candia e hija de Rigoberto Paredes. Además, fue madre de cuatro.

Los viajes que realizaba, porque su esposo era consultor en Naciones Unidas, la llevaron a destinos como Palestina, Jordania, Beirut y Siria, de donde obtuvo muñecas con sus atuendos típicos. Además, si sabía que sus hijos estaban de viaje, les pedía que le trajeran una “que valía la pena”. 

Elsa, de profesión dentista, era amante de los viajes, en cada uno llegaba con una muñeca a Sopocachi, barrio donde creció. “Trabajaba en la mina Aramayo, de donde también se trajo una muñeca, porque a la pulpería, no solo llegaba raciones, sino también muñecas de porcelana”, dice Salazar. 

La fascinación por las muñecas con trajes típicos la llevó a realizar investigaciones detallas e incluso a escribir un libro sobre vestimentas tradicionales. 

Durante su gestión como segunda presidenta del Concejo, bajo la alcaldía de Ronald MacLean (1987-1991), también impuso iniciativas relacionadas con la cultura. “Así, pasó de ser una aficionada a ser una verdadera coleccionista de muñecas con trajes típicos, ahora tienen una casa”. 

El museo se abrió con 800 muñecas, luego se fue adquiriendo y recibiendo las donaciones, “venían de uno y otro lado”, así se empezó a coleccionar y dar espacio específico a cierto grupo, muñecas antiguas y muñecas en miniatura, por ejemplo, cuenta Salazar. 

Desde febrero, con ayuda de estudiantes de la carrera de Historia de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), se empezó a elaborar fichas de cada una de las muñecas, que incluyen ciertos antecedentes, su historia, sus tradiciones, sus rituales, sus vestimentas. 

Pero detrás de las muñecas hay historias interesantes, dice Salazar. Recuerda que un día, por la mañana, una mujer tocó el timbre, dijo que venía de una iglesia Luterana, pese a que no era un horario de visita, porque la atención es martes y jueves, de 16:00 a 19:00, pidió ver el museo. Ingresó, ni bien observa una de las muñecas, dio un grito de angustia; y es que la mujer, de niña, vivió la segunda guerra mundial.

“Contó que estaba en un sótano con su abuelo, sonaron las alarmas y ella tuvo que cruzar la calle, llevaba en sus brazos su muñeca, igual a la que tenemos en exposición. Se fue a Alemania, regresó después de un año con una cajita en la que había cabezas de muñeca de porcelana y cuerpos, desechos, nos entregó y sirvieron para restaurar otras muñecas”, relata Salazar. 

Esta es una de las anécdotas que más conmovió a la actual directora del museo, pero después se asombra de la cantidad de gente que visita en la Larga Noche de los Museos.  

De las 2.000 piezas, 52 muñecas estarán expuestas hoy, a partir de las 18:30, en el primer piso de la Fundación Simón I. Patiño, calle Ecuador, Sopocachi, se mostrará 12 culturas de cinco continentes, muñecas de África, de Europa, incluso, de la Polinesia. Será una oportunidad para homenajear a dos coleccionistas, cuyos familiares donaron muñecas.