El tema es extraordinariamente sensible  pues sugeriría un enfrentamiento de prioridad  entre la seguridad de la persona y sus libertades fundamentales. No es así  debido a que  ambas situaciones son determinantes para todo individuo y se debe sopesar con inteligibilidad cada evento de tal manera que ambos conceptos puedan ser comprendidos sin fisuras  o  interpretaciones sesgadas  sobre todo en las fuerzas policiales que, por la Constitución ostentan la coacción.
Lo que sucede en Europa actualmente  se debe recoger  como experiencias   de una importantísima parte del mundo que nos llegarán inevitablemente, empero, hallándonos preparados. En Europa las medidas antiterroristas que son de amplio espectro, conducen a  esa parte del mundo un peligroso estado de securizacion, es decir, el estado superlativo de seguridad.
Esta  expansión  continua del estado de seguridad desvela  que la multiplicidad  de leyes  y reformas aprobadas vertiginosamente están desestabilizando las libertades fundamentales, entonces, surge la necesaria pregunta ¿Cuál  de las dos ostenta la preeminencia?, sin duda las libertades fundamentales que son salvaguardas de los derechos humanos que han costado  muchísimas vidas y torrentes de sangre conseguirlas, entonces, la preeminencia  constitucional es  tácita e irrefutable.
En Europa, a consecuencia de los atroces y execrables atentados, desde Paris, Múnich, Colonia, Berlín  y recientemente Australia y Sri Lanka, los gobiernos  se han apresurado a promulgar una retahíla de leyes desproporcionadas y discriminadoras  que  no condicen con los principios de Amnistía Internacional. 
Cada ciudadano que lee  la prensa, comprueba  que en el Viejo Continente, aunque tratan de proteger al propio ciudadano, estas medidas analizadas una por una, resultan muy preocupantes, más aún, si se las observa en su conjunto irrumpe la inquietante realidad en la que los poderes  sin control desconocen y hasta pisotean  libertades fundamentales ya consolidadas  mucho tiempo atrás. Esto sucede por la ineptitud y el desconocimiento  de la preeminencia de los  derechos fundamentales por los gobernantes y cuerpos policiales, sobre todo en el respeto a las constituciones.
Todo lo precitado no es una ficción, sino se basa  en el Informe reciente de Amnistía Internacional sobre 14 Estados  miembros de la Unión Europea y, se confirma, después  de un análisis  exhaustivo imparcial que, las nuevas leyes  concebidas para afrontar el terrorismo han pasado como una aplanadora sobre los derechos fundamentales.
Muy preocupante es que estas medidas han erosionado el imprescindible y protector, para todos, Estado de Derecho; aumentando el poder ejecutivo, eliminando los controles judiciales que es el derrumbe de cualquier estado, restringiendo la libertad de expresión y exponiendo sin control  a la población a una vigilancia ilimitada. 
Este es el punto de inflexión que nuestros pueblos latinoamericanos deben considerar con extrema atención ¿Por qué?, porque muchos gobiernos débiles harán que con estas reformas o leyes  de seguridad que se imitan, les sea más fácil declarar  un estado de excepción (sitio), y otorgar poderes especiales a los servicios de seguridad e inteligencia, sin supervisión judicial y hasta sin absoluta supervisión.
La ciudadanía debe preservar la vigencia de las libertades constitucionales que son el fundamento de toda sociedad y nunca permitir que  la excusa  de la seguridad atenué la vigencia permanente e inderogable de los derechos fundamentales. 
Observe el ciudadano consciente  que Europa nos traslada a  observar situaciones negativas, empero, se debe recoger esa experiencia con agradecimiento pues evita el error en nuestro continente, haciendo reflexionar profundamente a los gobiernos  sobre la preeminencia de  los derechos fundamentales  ante cualquier contingencia, sea cual fuere.