• Cultura
  • LA PRENSA

Antes de las seis de la tarde, la leña empieza a arder en el horno y las bombillas alumbran cada rincón de “Imilla alzada”, pizzería que ingresó el pasado abril en el top 10 de las mejores de América Latina y fue reconocida con el “One to Watch 2024 –C-Trade Gourmet Award”. Es paceña y se deja degustar en Cota Cota.

Ubicado en la calle Álvarez Plata, este local abre sus puertas casi al anochecer. Amigos y familias se acomodan en sus mesas, pero sólo algunos saben que logró un reconocimiento tan importante como el mencionado.

Simón Avilés es un joven literato, responsable del negocio que construyó su amigo de infancia, Sukko Stach, quien actualmente dirige otro emprendimiento en Samaipata, Santa Cruz.

“Imilla alzada” nació con la idea de ofrecer cerveza, bebida que debía ser acompañada por una deliciosa pizza. El negocio también ofrece sidra de manzana.

Respecto a la nominación, sus responsables sabían que una empresa internacional se dedica a elaborar un escalafón de las mejores pizzerías del mundo e incluyó a este emprendimiento entre los más destacados de América Latina.

“Lo interesante es que no nos hemos postulado, mandan ellos lo que llaman inspectores, personas que visitan los establecimientos en forma anónima, comen, pagan y dan una calificación”, dijo Avilés.

Los criterios de evaluación son experiencia, calidad de pizza, calidad de bebidas, calidad de atención y ambiente, apuntó.

“Muchas personas nos han dicho cuál es la pizza ganadora, pero en realidad es toda la pizzería”, indicó el emprendedor.

Imilla Alzada es una expresión que todos conocen, se hace alusión a una joven que está segura de su atractivo y belleza, que mira con desdén a todos.

“Hay dos cosas principales que pasan acá, las pizzas son de masa madre, la cerveza se elabora con levadura, ambas se elevan; la masa crece, la cerveza se fermenta, ambas son femeninas, entonces, se hace una especie de juego con eso, de la masa y la cerveza y las levaduras elevadas”, explicó.

El menú ofrece diversas especialidades. El local está casi siempre lleno, pero esta imilla alzada sólo arranca suspiros, no hace llorar.

Por: Aleja Cuevas