Hoy más que nunca es imprescindible que las denuncias sean investigadas y esclarecidas. Si hay culpables, sean quienes fueren, éstos deben ser sancionados con todo el peso de la ley. Si se trata de calumnias, quienes propalaron las versiones ofensivas deben sufrir las consecuencias de sus acciones. En ningún caso debe haber impunidad, no importa el nivel de poder que pudo o puede ostentar cada uno de los denunciados.
Los delitos que se investigan son gravísimos: trata y tráfico de seres humanos y estupro. Las denuncias involucran a personas menores de edad quienes, por su condición, se hallaban en una situación de franca vulnerabilidad.
Aquí no se trata de hacer política sobre la desgracia ajena, si es que la hubo. Se trata de buscar justicia, un valor que debe considerarse absoluto en cualquier formación social. Tampoco se trata de ser de derecha o de izquierda, de arriba o de abajo. El objetivo no debe ser inhabilitar la potencial candidatura de alguien o de permitirla.
Se dice que la verdad nunca es buena o mala, fea o bonita, lo único que no tiene la verdad es remedio y hay que apuntar a eso: desentrañar lo sucedido, llegar al fondo de esta cuestión.
Que los protagonistas de este entuerto sea Juan, Pedro u otro carece de la menor importancia. Lo que es importante es que todos conozcamos si las denuncias presentadas públicamente son reales o son ficticias.
El Estado debe garantizar la independencia y seguridad de los investigadores del caso, quienes deben realizar un trabajo sin tropezar con presiones políticas o de cualquier otra naturaleza, incluida la identidad de los protagonistas.
Es muy difícil y complicado alcanzar ese estado ideal de cosas, pero es necesario porque está en juego la salud e integridad de personas vulnerables, a quienes el Estado tiene el deber de proteger.
Dos personas han sido denunciadas. Es menester llegar al fondo de ambos casos. Esto no es una novela de acusaciones, es la realidad pura y dura y debe ser esclarecida por completo, sin lugar a la menor duda. Es una responsabilidad histórica de quienes tienen la misión de aclarar los hechos.