L a educación de los bolivianos es una responsabilidad principal del Estado, entendido como un gobierno que ejerce autoridad sobre una población que vive en determinado territorio.
Esa función estatal es mayor cuando se trata de apoyar a personas que presentan algún tipo de capacidad diferente, vale decir que se encuentran en una situación de mayor vulnerabilidad que la colectividad.
Sin embargo, bajo el manido argumento de la falta de recursos o cualquier otro detalle de índole técnico, una burocracia insensible e inútil no tiene la suficiente capacidad para adecuar la infraestructura de las unidades educativas para favorecer a quienes, en especial, tienen problemas para desplazarse.
Las historias se multiplican en forma dramática. Una madre que debía llevar en andas a su hijo escaleras arriba se cansó de hacerlo y el estudiante dejó de asistir a clases. El resultado es que, si bien, la progenitora ya no sufre con la pesada carga, el educando sufre una doble victimización, pues además de su condición, carecerá en su vida de los conocimientos imprescindibles para competir en el mercado laboral y se acentuará su vulnerabilidad. No hay presupuesto para construir rampas y reemplazar parcialmente las siempre peligrosas gradas, no hay voluntad política de las autoridades de turno para encarar estas obras bajo argumentos económicos, no importa que las partidas para el protocolo o los caprichos de las principales autoridades.
La Ley Avelino Siñani-Elizardo Pérez, que regula el proceso de enseñanza-aprendizaje en el país obliga a admitir en todas las unidades educativas a todo alumno sin discriminación alguna, pero no contempla un detalle: ¿están preparados los profesores para impartir clases a estudiantes de toda condición que están reunidos en una misma aula? La educación es un derecho de todos, pero como van las cosas en Bolivia, parecería que se trata de un privilegio.
Si ése es el panorama en los principales centros urbanos y en las ciudades intermedias del país, cabe preguntarse cuál será la realidad en las áreas rurales.