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  • Guillermo Nina

10/3/2025.- “Ella es la jefa del taller”, afirmó con una sonrisa, José Quispe Lipa, esposo de Juana Alave Apaza, la mujer de pollera que dirige el emprendimiento Tornería Pepe, que atiende a sus clientes en la zona Santiago I. 

“Aprendí cuando ayudaba a mi esposo, él me enseñó”, sostuvo la dama quien viste un overol de trabajo y un gorro. Tranquila y muy amable, recordó sus inicios en esta labor, que para podría parecer exclusiva para hombres. “No es así, también las mujeres pueden hacer este trabajo, no es difícil como podrían pensar algunas mujeres”, aseguró. 

José y Juana administran este taller de tornería desde hace 30 años, “llevo ocho años  de trabajo acá. Atendemos todo tipo de vehículos, hasta camiones”, sostuvo la entrevistada mientras reveló que antes de emprender esta actividad todos los días veía cómo su pareja desarmaba y armaba los vehículos, lo que le llamó la atención. 

Es por eso que comenzó a interiorizarse en la labor de José, limpiaba el taller y al mismo tiempo ordenaba las herramientas que se utilizan para reparar los automotores, sin embargo, no se quedó con la curiosidad y fue más allá.

“Lo primero es saber diferenciar las llaves, se tiene que saber cuáles son las ojales, mixtas o dados, por ejemplo, los ojales tienen más fuerza que las mixtas, pero yo utilizo todas”, dijo mientras señalaba los objetos colocados en orden. Explicó, además, que a su taller llegan vehículos con problemas en el tren delantero que obligan a hacer “arreglos de la cremallera, muñones de dirección y suspensión” acotó.

En el taller también se hace trabajos para equipos de maquinaria pesada como tractores, “construimos algunas piezas que necesitan para funcionar”, dijo la experta, mientras se dedicaba a sus habituales labores.

Doña Juana indicó que reconstruye muñones, siempre y cuando no estén muy dañados, porque de lo contrario, deben cambiarse. “A veces vienen cuando algunos colegas ya hicieron mal el trabajo y el caso ya no tiene solución, pero si es la primera vez, hacemos un trabajo que puede durar años”, por lo que recomendó a los choferes cuidar sus unidades para no tener problemas con los muñones, en especial los minibuses que recorren largas distancias.

Ella se da tiempo para todo, se dedica al trabajo, a la cocina y a atender su hogar. Por la mañana, mientras su esposo desarma un motor, ella prepara el almuerzo familiar. Tiene cuatro hijos: Rudy, Eddy, Franz y Juan, quienes viven con ellos y son universitarios. 

“Me gusta preparar de todo, sajta o fritanga. Nuestras familias nos apoyan, me dicen que es bueno que trabaje con mi esposo y me felicitan”, comentó. Ella pidió a las mujeres que apoyen a sus esposos, porque para eso es el matrimonio: salir delante unidos para enfrentar la vida.