Hace 58 años, el 9 de octubre de 1967 en la humilde y precaria escuela rural de la comunidad La Higuera moría un hombre y nacía un mito. La historia cuenta que el suboficial Mario Terán fue el ganador del sorteo entre sus camaradas para dar cumplimiento a las órdenes provenientes de La Paz en sentido de ajusticiar a Ernesto “El Che” Guevara.

Desde noviembre de 1966, Guevara estuvo embarcado en una aventura sin pies ni cabeza que apuntaba a generar un foco insurgente en el centro de Sudamérica para irradiar la revolución cubana hacia el continente, después de los fracasos que sufrió en África.

Guevara cometió dos gravísimos errores históricos en este proceso. Primero, no entendió que apenas 14 años antes, Bolivia había sido escenario de una profunda revolución que cambió radicalmente las estructuras sociales del país y, como consecuencia de ello, Guevara sólo podía ofrecer a los campesinos cosas que ya habían conquistado como resultado de la insurgencia del 9 de abril de 1952. Las revoluciones no son cosa de todo el tiempo.

Un segundo error fue considerar que el Partido Comunista de Bolivia habría de ponerse incondicionalmente bajo sus órdenes, pero Mario Monje, el primer secretario de esa organización, no aceptó subordinarse a Guevara.

Así, pronto quedó aislado en el monte. Su red de vinculación urbana prácticamente no funcionó y, para colmo, su columna quedó pronto dividida y nunca pudo volver a unirse.

En consecuencia, la aniquilación de Guevara era cuestión de tiempo, por mucho que en su diario hubiera anotado que con 100 hombres hubiera sido capaz de derrocar a René Barrientos Ortuño, el dictador de turno en Bolivia.

Si a ello se suma la abierta intervención e injerencia de los organismos de inteligencia de Estados Unidos, se concluirá en que Guevara no tenía escapatoria ni sus partidarios tenían la posibilidad de negociar una salida honrosa del territorio nacional.

El guerrillero se jugó la vida y murió en consecuencia. Sus seguidores tuvieron, sin embargo, la capacidad de generar una leyenda romántica acerca de la figura del combatiente heroico, aunque el tiempo demostró que su método de lucha estaba alejado de la realidad objetiva y material.

Esto, en todo caso, no exime de responsabilidad a los comunistas bolivianos. Fueron parte de la debacle de aquella aventura.