• Cultura
  • LA PRENSA

Diez artistas se aventuran por segundo año para conconvivir con una comunidad. Esta vez lo hicieron por cuatro días y tres noches, en Titicani Tacaca, municipio de Patacamaya, donde escucharon historias y leyendas locales que, después, tradujeron en ocho murales de gran tamaño.

La mañana del martes 28 de mayo, los muralistas Runa Bolivia, Raúl Tola, Mirna Ticona, La Hef, Édgar Cocas, Jesús Alberto, Luis Vásquez, Maya Cahua, Reyna Mamani y Luis Higorre fueron recibidos con un apthapi. Así comenzó el intercambio cultural.

En 2023, Ayni murales comunitarios ganó el fondo a Fomento a la Producción Cultural y la Creación Artística para realizar murales en otro espacio de Patacamaya. En esta segunda versión, los muralistas lograron de forma independiente financiar ocho nuevos murales, explicó Higorre.

“Usamos los colegios para llamar la atención y hacer visible el lugar. Lo bonito del arte es volver visible aquello que se está perdiendo”, expresó el pintor.

Los 10 muralistas, formados en la Universidad Mayor de San Andrés, la Academia de Bellas Artes y la Escuela Municipal de El Alto, se decantaron por hacer murales en unidades educativas de áreas rurales, porque consideran que este arte está centralizado en las ciudades, porque las comunidades están abandonadas.

El objetivo no es enseñar, ni legar algo, sino aprender de los comunarios a partir de sus historias, dijo Higorre. “Salimos favorecidos, no pintamos nuestras ideas ni pensamientos, sino, buscamos un diálogo con la comunidad y entonces plasmamos lo que las personas quieren”, acotó.

Uno de los murales hace referencia al nombre de Titicani, que es alusivo al gato salvaje que habita en la zona, otro mural retrata la masacre de Jesús de Machaca de marzo de 1921, cuando más de un centenar de indígenas fueron asesinados por órdenes del gobierno de Bautista Saavedra.

Tener la historia oral de primera fuente es algo invaluable, apuntó Higorre. Pero también hay denuncias como el robo de piezas arqueológicas que ocurrió hace años, cuando obreros de una empresa hallaron restos arqueológicos, pero no los devolvieron.

A la elaboración de los murales, también se sumó un grupo de franceses que, casualmente, hacían turismo comunitario. También los niños ayudaron, recordó.

La próxima visita, posiblemente sea al municipio de Achacahi o a alguno de la región yungueña. “Con que pintemos una vez al año, estamos felices, pero sería mejor tres veces al año”, lo que es caro.

Por: Aleja Cuevas