Entre el 29 y 30 de noviembre de 1730, hace ya 294 años, un artesano mestizo cochabambino se levantó contra las imposiciones de los administradores españoles de la Colonia y lideró una revuelta que bajo la consigna de “¡viva el Rey, abajo el mal gobierno!” lanzó a las calles a la población del valle para exigir que se ponga punto final a los abusos que el Virrey pretendía imponer a los habitantes de esa ciudad.
Si bien, Calatayud no llegó a plantear la necesidad de lograr la independencia y romper las relaciones de dependencia que tenían las provincias del continente sudamericano con relación a Madrid, interpeló profundamente el orden impuesto durante casi dos siglos y medio.
Durante esos días, unidos los cochabambinos indígenas, mestizos y criollos cuestionaron en los hechos, aunque no formalmente, la administración colonial al apedrear las casas de los más caracterizados españoles, algunos de quienes fueron asesinados.
Calatayud no llegó a imaginar que su acción pasaría a la historia como una de las gestas que fueron precursoras de la lucha por la libertad y la soberanía. Este movimiento puede inscribirse en la historiografía como una suerte de continuidad de la lucha encarada en La Paz por el puneño Antonio Gallardo en 1661 casi siete décadas antes y tuvo un común denominador: los excesos cometidos por las autoridades españolas en estas tierras.
Si bien Gallardo llegó a posesionar autoridades mestizas y criollas para formar un gobierno local en La Paz y trató de ampliar su radio de acción por el actual sur de la República del Perú, no se planteó seriamente declarar una guerra independentista. Además, fue derrotado en su Puno natal y, al igual que Calatayud, fue ajusticiado con la brutalidad que caracteriza a los conquistadores de cualquier pueblo en el mundo.
Casi tres siglos después de la movilización dirigida por Calatayud, España aún no pide disculpas a las colectividades sojuzgadas por su imperio durante tres siglos de infamia. Sería el mejor homenaje a la memoria de tantos y tantos patriotas reconocidos y anónimos que dieron su vida y su integridad en aras de la libertad.