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  • LA PRENSA

Hace 215 años, en La Paz se puso en marcha un camino que ya no tendría retorno, pues en esta ciudad se dio inicio a una sangrienta guerra que habría de durar 16 largos, dolorosos y heroicos años.

Pudo haberse producido en Charcas, unas semanas antes un movimiento que cuestionó en cierta medida la autoridad real de España, pero donde realmente se sintió el impulso libertario fue en esta urbe enclavada entre montañas y una considerable altura sobre el nivel del mar.

Prueba de ello es el ejército enviado por las fuerzas colonialistas para reprimir a los revolucionarios paceños y su posterior ajusticiamiento en acto público.

A partir del 16 de julio de 1809, las cosas nunca fueron iguales en estas desgraciadas colonias, como se lee en la Proclama de la Junta Tuitiva, que fue un gobierno propio e independiente del dominio realista, a pesar de su fugaz existencia.

Durante los siguientes tres lustros hubo quienes rechazaron la posibilidad de que criollos y mestizos asuman la administración de estas tierras, pues desgraciadamente con la creación de Estados soberanos, las condiciones de vida de los pueblos indígena-originarios no varió un ápice y con el tiempo, fueron objeto de genocidio, exterminio, vasallaje y discriminación.

En La Paz se encendió la mecha que desde unos cuatro años antes se alumbraba en un eje con Cusco en procura de romper el yugo ejercido desde Madrid.

En esta tierra se dio sentido al concepto de patria, que se hizo carne en los movimientos independentistas de todo el continente sudamericano.

Patria es, en última instancia, un sentimiento. Uno que expresa un profundo amor por la tierra en la que uno nació y es un parámetro de identidad y orgullo individual.

Una guerra, brutal y despiadada que comenzó entre estas cumbres nevadas, dio paso a un sentimiento de profundo amor. Son las paradojas de la historia.

Pocas ciudades deben haber en el mundo en el que sus habitantes se sienten tan identificados en el presente con su pasado y luchen con nobleza por el porvenir. Una de ellas es La Paz.

Y junto a esta ciudad, esta efeméride se traslada a todos sus municipios, a todos sus rincones. Es un profundo sentimiento de identificación regional.