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Cansa, falta el aire y duelen las piernas al subir por las cuestas empinadas para llegar a la zona 24 de Junio, del macrodistrito San Antonio, al este de la ciudad de La Paz. Ahí, en los cerros, viven más de 2.500 familias donde comenzaron a construir sus viviendas desde hace 44 años.

“Casa es casa, aunque en la punta del cerro, decimos aquí los vecinos”, afirmó con una sonrisa, Felipa Choquetanga, quien vive hace más de 30 años en este barrio. Por entonces sólo había pajonales y ni siquiera, electricidad.

Los años han pasado y, como ella, muchas personas decidieron invertir sus ahorros y préstamos para levantar sus casas, sin importar las distancias, las pendientes, barrancos y la ausencia de servicios básicos.

La zona cumplió 44 años y a lo largo de este tiempo tramitó su planimetría, además de la instalación de agua potable y energía eléctrica, sin embargo, hasta la fecha los vecinos siguen transitan porcalles de tierra o de piedra, sin cordones de acera ni un sistema adecuado de alcantarillado sanitario.

“Tenemos muchas necesidades, pero una de las principales es una unidad educativa, que con recursos propios ya estamos construyendo”, refirió, Toribio Luna, presidente de la junta vecinal.

Hay mucho por hacer, pues los vecinos tampoco cuentan con una posta sanitaria, un proyecto pendiente que también esperan hacerlo realidad el próximo año, debido a que si bien cuentan con los terrenos para construir ambas infraestructuras, no tienen suficientes recursos económicos.

“Los 150 mil bolivianos que tenemos del POA no alcanzan para nada, con ese presupuesto no se puede poner ni una cuadra de pavimento”, agregó Luna.

Ante la ausencia de apoyo de las autoridades, no dudaron en recaudar recursos propios y con mucho esfuerzo recaudaron más de 28 mil bolivianos para reacondicionar su sede social y avanzar en las obras de la primera unidad educativa local para el nivel inicial (prekínder y kínder).

Y es que 24 de Junio, si bien está situada en medio de un cerro, se encuentra al medio de otras nueve zonas, cuyos niños y jóvenes se beneficiarán —a mediano plazo— con educación primaria y secundaria, cuando el colegio comience a funcionar.

“Todo lo hacemos con recursos propios y ojalá algunas oenegés o instituciones nos ayuden”, agregó Luna, quien indicó que la construcción del colegio tiene el 50 por ciento de avance y que sólo aguarda las respectivas resoluciones de la Gobernación de La Paz, para tener todo en orden y comience a funcionar desde el próximo año.

Mientras ello ocurre, los vecinos iniciaron gestiones para que autoridades de laAlcaldía paceña provean el mobiliario y el futuro mantenimiento de la escuela.

Con todo, entre polvo, calles de tierra y con mucha gradiente, los vecinos buscan mejores días y anhelan que pronto esos proyectos estructurales se hagan realidad.

“Tampoco tenemos transporte público y solo hay algunos trufis que cobran pasajes de cinco y ocho bolivianos. Por eso, preferimos caminar nomás”, mencionó Jimena Quispe, mientras bajaba por una pronunciada pendiente junto a su esposo y a su niña de tres años, para llegar a puesto de venta ubicada en la calle Max Paredes.

Por: Luis Mealla