Uno de los principales problemas con los que ha tropezado la humanidad desde sus albores ha sido la creación de energía limpia.
Desde las fogatas que calentaban a los miembros de las comunidades prehistóricas hasta la explotación, el uso del carbón y de los combustibles de origen fósil, las colectividades se enfrentaron a la necesidad de contar con fuentes energéticas que no contaminen el entorno natural.
La electricidad pareció, en su momento, ser una de ellas, pero su generación conllevo también algunas cuestiones contaminantes. Las plantas alimentadas por carbón, petróleo y gas natural causan polución en su entorno, además de que el costo de sus operaciones es ciertamente elevado.
Las factorías atómicas parecieron ser una solución aceptable, aunque después de los desastres de Chernobyl, en Ucrania; Fukushima, en Japón; Kyshtym, en la desaparecida Unión Soviética; Three Miles Island, en Estados Unidos, o Windscale Piles, en Gran Bretaña, la visión cambió.
Hay, sin embargo, tres fuentes naturales renovables que no son contaminantes: la energía solar, la fuerza del viento y la potencia hídrica.
La construcción exitosa de la planta de Ivirizu, en el departamento de Cochabamba, es una magnífica demostración de lo afirmado.
En su diseño, los ingenieros responsables previeron la mitigación de los daños ambientales sobre fauna y flora.
Cuando esté en operaciones permitirá generar 290,22 megavatios. En una sola planta se producirá aproximadamente una quinta parte del requerimiento de electricidad del país.
La inversión, superior a los 4.100 millones de bolivianos, pudo costearse con recursos del Banco Central de Bolivia y de la propia Empresa Nacional de Electricidad. Es dinero de todos los bolivianos. Es una excelente noticia.
Energía limpia, producida en el país y para beneficio de todos es una noticia aún mejor noticia que la anterior.
Está, de esta manera, abierta la posibilidad para instalar industrias en el territorio nacional, empresas públicas o privadas que operen con esta energía limpia y que debe ser, en la medida de lo factible, lo más económica posible.