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- Aleja Cuevas
En agosto de 2023 tres arqueólogas exploraban bajo las aguas del puerto de Guaqui. Indagaban la estructura del muelle en busca de carga perdida o alguna evidencia de navegación. Sin embargo, no se imaginaron que se toparían con una estructura de metal con remaches: un barco que había encallado en 1900 y había permanecido inmovilizado durante más de un siglo.
“Estábamos indagando sobre la estructura del muelle y una posible carga perdida, y fue en ese momento que nos dimos cuenta de que se trataba de una estructura de metal con remaches. Poco a poco identificamos que era un barco”, recordó Déborah Mattos, quien junto a Usziel De la Fuente y Karen Mamani conforman el grupo de arqueólogas del grupo Científico de Investigaciones Subacuáticas en Bolivia, cuya expedición comenzó en 2022.
En una entrevista con La Prensa, compartieron su hallazgo, que tiene un alto valor científico para el mundo académico. Cuentan que todo comenzó en 2016, cuando ellas coincidieron en una capacitación de la Cooperación Belga sobre arqueología subacuática, donde aprendieron a realizar investigaciones bajo el agua.
Tras finalizar el curso formaron un proyecto de investigación, postularon al Fondo Mujeres Bolivia Apthapi Jopueti, ganaron una beca y comenzaron a bucear en el Lago Titicaca.
El trabajo en Guaqui comenzó con una prospección terrestre a lo largo de toda la costa del municipio, lo que las llevó a realizar prospecciones subacuáticas, durante las cuales encontraron restos cubiertos de vegetación. “Regresamos al año siguiente para investigar el lugar y confirmar que se trataba de una estructura. Limpiamos la vegetación y descubrimos placas con remaches, lo que indicaba que era una embarcación”, recordó Mattos.
Este descubrimiento dio paso al proyecto Embarcaciones del Titicaca, con fondos de la Unesco Montivideo, para excavar el sitio y verificar que se trataba de un barco completo.
“Hemos excavado la popa, proa y el lado derecho de la embarcación, lo que nos ha permitido determinar su estado y, sobre todo, obtener medidas de altura, ancho y largo para compararlas con archivos escritos e imágenes”, explicó la joven arqueóloga.
Según Mamani, el barco mide 18.9 metros de largo y 3.6 de ancho. Está hecho de una combinación de metal y madera, características que no coinciden con los datos recopilados por las arqueólogas. “Aún no sabemos si era una embarcación a vapor o si tenía algún tipo de motor. Se registró el timón, pero no tenemos todas las piezas”, comentó Mamani.
Según documentos históricos, el barco fue utilizado para la construcción del muelle de Guaqui entre 1900 y 1903. Una de las hipótesis sugiere que fue empleado para el muelle tras finalizar su vida útil, señaló Mamani.
Mattos está convencida que se trataba de un barco que transportaba minerales del puerto de Guaqui a un puerto de Puno, y de allí a costas europeas. De la Fuente añadió que esta embarcación es evidencia de la importancia de las rutas comerciales en el lago y representa la primera prueba del auge económico de Guaqui durante las épocas Republicana y Colonial.
Para esa época, el país exportaba mineral wólfram y estaño, pero también cascarilla de quinua e importaba mercancías que provenían del lado peruano como productos farmacéuticos.
“De Puno iban hasta Mollendo y de ahí a Estados Unidos y Europa, pero también llegaban productos hacia ese punto y entraron al país no solamente por Guaqui, sino también por la aduana de Puerto Acosta, directamente, hacia el lado de Larecaja, Muñecas, Bautista Saavedra a todo el lado de Apolo”, detalló Mattos.
Fueron incontables las veces que se sumergieron bajo las frías aguas del Lago Titicaca, llenas de incontables anécdotas con los niños de la población de Guaqui, con los que se compartieron los hallazgos, dijo Mamani.
Ellas reciben el apoyo de Christoph Dealer a través de la Universidad Libre de Bruselas. “Es con este equipo que nos hemos formado y facilitado los botellones, compresora y motobomba, pues es todo un equipo que se requiere, son caros y no se tiene en el país como la compresora”, dijo Mattos.
Pero la idea de las exploradoras acuáticas continuará, una vez que encuentren más fondos para facilitar la expdición. “Si encontramos financiamiento, continuaremos. Además, necesitamos el apoyo de un conservador para evaluar la estructura hallada. Si decidimos excavar y no hay fotogrametría, no sabremos lo que realmente hay”, concluyó la entrevistada en medio del trabajo que desarrolla.