Se entiende, por estudios no tan profundos en psicología que, la soledad es estar solo, esta  condición puede manifestarse en forma destructiva o también la soledad puede convertirse en beneficiosa, empero ¿Que le falta  a una persona sola? Le falta relaciones estrechas con otros, amigas o amigos, y la rutina de interrelación. ¿Qué es lo existencial en la soledad? Sabemos que los humanos  somos entes sociales  por excelencia, entonces surge una contradicción  con la persona en soledad, no obstante, estar solo es algo diferente  porque  quien afirma que nunca sintió soledad miente.
¿Qué sucede cuando las personas no `pueden  establecer una relación consigo mismas? Aquí, en este preciso estado las personas pueden  sufrir una  discapacidad  para entrar en contacto  con otras personas; todo depende  de la necesidad de disponer  de relaciones, empero, contradictoriamente, hay personas  que no las necesitan.
Las personas que viven solas no necesariamente sufren de soledad, debido  a que estar solas les genera una armonía consigo mismas, una productividad emergente y una exacerbación de los pensamientos, consecuentemente, estiman que  deben estar solas. Generalmente las personas no confiesan  fácilmente que están en situación de soledad   y son reticentes a deponer esa declaración que llamándola retracción o reserva hace complicada  una relación con esta clase de personas. 
La soledad  puede convertirse  en una amenaza  existencial para estas personas, entonces, esas personas abrigan la proclividad  a evitar lo negativo.
Todo este análisis no es extraño que se repita en los gobernantes, así, interpolamos esta condición psicológica con  ellos, que son disímiles pues todo buen gobernante debe estar unido al pueblo en general y debe situarse en supra partes con su partido, además de otras características. 
Así, el poder recibido subyuga a los recipientes y los conduce a la soberbia y a la subestimación a los demás, actuando usualmente con un matiz de superioridad, apartándose de un contacto fácil con  la población que necesita exponer sus problemas o dificultades, porque vivir es difícil, más aun en comunidad y, si no se dispone de un Estado rector, se torna en un caos. 
Gran error, debido a que los gobernantes  y su aparato burocrático deben estar siempre accesibles a las necesidades de todos, no solo conceder acceso a sus partidarios o a gente que no los conflictua; si se postularon y aceptaron ser gobernantes deben estar abordables con la humildad de un verdadero servidor público; gobernar es vivir en constante diálogo que genera irremisiblemente controversias  con la intención de buscar y encontrar la verdad y el progreso del país.
He aquí la primera demostración de la soledad de los gobernantes, pues, sin contacto fluido con el pueblo en general, sin distinciones menos discriminación, emerge impertérrita la soledad y las malas  decisiones. 
Otra actitud errónea que distancia  al gobernante del pueblo, es el temor a dialogar con personas que saben más, lo cual es una paradoja, debido a que esa dialéctica permanente beneficia al gobernante que cosecha conocimientos y decide mejor.
Toda población aspira legítimamente a ser gobernado por los mejores y más preparados profesionales, también por personas que acrediten  experiencia en la materia que se les encomienda y decidirán mutatis mutando; deseo de progreso que se obstruye por la repartija partidaria. Todos sabemos que no somos gobernados por loe mejores, entonces, las ambiciones y la incapacidad  se imponen, el país se estanca y se diluye lo más importante: el sentido de pertenencia y el amor al país.