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“Volví porque era mi casa, me costó mis ahorros, mi sacrificio y nadie me compensó”, afirmó Gustavo Ramos, vecino de la calle los Jazmines, en Valle de las Flores, donde en 2011 se produjo el “megadeslizamiento”, que afectó también a sectores de Callapa y Kupini.

Entre tierra, escombros y pajonales, los propietarios de los terrenos volvieron a levantar sus viviendas, sin embargo, la condición en la zona del “megadeslizamiento” es construir sólo un piso para evitar nuevos derrumbes en la zona que fue estabilizada después del desastre.

En febrero de 2011, las lluvias, filtraciones subterráneas y las erosiones causadas por el río Chujlluncani provocaron un deslizamiento de 140 hectáreas de esas tres zonas, que afectaron a 1.500 predios y a unas 6.000 personas. Felizmente, no hubo muertos.

“Cerca del 80 por ciento está retornado”, desde 2016, detalló Hilda Piluy, presidenta de la Junta Vecinal de Valle de Las Flores, pues los vecinos no tenían dónde vivir, además que conservaban el derecho propietario de sus terrenos y pagaron sus impuestos sin interrupción.

Luego de pagar alquileres por más de cinco años, Paulina Gómez accedió a un préstamo y se animó a reconstruir su casa en Valle de las Flores. “Tenía un terreno de 1.000 metros cuadrados de toda mi familia, hemos vuelto y nos ha repartido terrenos de 200 metros cuadrados. Algo es algo y es propio”, contó.

Ya hay cerca de 350 construcciones en ese sector, entre viviendas concluidas y terrenos amurallados donde no vive nadie. “Propiedad privada”, se lee en un letrero cercano.

Otras familias se fueron definitivamente, luego de que el Gobierno Nacional les ofreció viviendas sociales en El Alto y la zona Sur, que alcanzaron a unos cuantos.

Además, otros vecinos de Villa Armonía, IV Centenario y Germán Jordán, en la ladera este de la ciudad, también retornaron a sus predios, donde la tierra se deslizó en noviembre de 1997, y se llevó 34 viviendas.

En 2012, un informe de la Alcaldía de La Paz concluyó en que el desastre fue causado por las condiciones geológicas del terreno y la expansión urbana, además de que construyeron casas de varios pisos, lo que generó una “sobrecarga” sobre el suelo.

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ZONAS PELIGROSAS

En La Paz hay, al menos 36 barrios de “muy alto riesgo”, según el Mapa de Riesgos, vigente desde 2011.

Ante la reurbanización del sector, en noviembre de 2023, autoridades ediles advirtieron de un “deslizamiento activo” en nueve zonas del Macrodistrito San Antonio y declaró alerta naranja.

“Tampoco podemos prohibir a los vecinos que vuelvan”, aseveró Piluy, quien afirmó que ante la alerta, su planimetría está “congelada”, por lo que la zona aún no tiene alumbrado público y las personas consumen agua de vertientes.

La gente no quiere dejar lo que un día fue suyo. Por ejemplo, los vecinos de San Jorge Kantutani e Inmaculada Concepción no quieren dejar el lugar, después de que en abril de 2019, hubo un deslizamiento que afectó a 68 viviendas, construidas sobre un relleno sanitario.

En ese lugar, ahora, se construye el Parque 3.600 y se prevé rehabilitar el puente Libertad que está inutilizado, desde hace cinco años.

“Esperamos que terminen esos trabajos y nos den una solución. Tenemos la esperanza de volver a construir porque el Gobierno se olvidó de nosotros”, afirmó Betty Acarapi, representante de las 34 familias damnificadas, que aún viven en casas prefabricadas en el lugar.

En opinión del ingeniero civil y geólogo, Franz Bustillos, la amenaza siempre es latente en esas zonas de “muy alto riesgo”, por lo que la comuna debería habilitar sectores para la construcción e “informar sobre el riesgo que ello conlleva”. “Las personas que quieren construir tienen que saber que hay lugares de riesgo, pues si se habilitó un lugar para viviendas debe pasar por etapas técnicas”, para evitar desastres posteriores.

Por: Luis Mealla