Es necesario, en este momento, que el Gobierno reúna a representantes de organizaciones no gubernamentales, asesores extranjeros y a la comunidad ecologista internacional en un ámbito de trabajo serio y responsable para elaborar un plan de trabajo que tienda a reconstituir las áreas arrasadas por los devastadores incendios forestales.

Se hace imprescindible convocar a los mejores entendidos en la materia para diseñar un programa ambicioso y agresivo en el buen sentido del término para volver a poblar con árboles y vegetación los sectores devastados por el fuego, que se apliquen medidas destinadas a repoblar la preciosa fauna perdida en estos desastres y que se preserve a toda costa los valiosos acuíferos actualmente en peligro de contaminarse o, lo que sería peor, desaparecer.

Para ello, y con la finalidad de sentar un precedente de cara al futuro, es necesario que, ya sea mediante un decreto supremo o una ley del Estado, se prohíba terminantemente el uso de sitios chaqueados o incendiados con fines agrícolas. Se debe contemplar severas sanciones pecuniarias y de pérdida de libertad para quienes contravengan esas disposiciones legales.

Alrededor del 1 por ciento de la superficie del país ha sido pasto de las llamas. Es un nivel preocupante que se reflejará, en el curso de los siguientes meses, con seguridad en un decrecimiento del Producto Interno Bruto o, cuando menos, una desaceleración de su crecimiento.

Días atrás, una de las autoridades responsables de combatir el fuego en la región chiquitana aseguró que la lucha de los bomberos es desigual, pues pese a que se firman acuerdos para no volver a encenderse el fuego, terratenientes —los calificó así— contratan personas para volver a prenderlo con un afán de ampliar la frontera agrícola en el país.

Este hecho debe investigarse y aplicar las sanciones penales especificadas en el Código Penal vigente para que nadie más se crea con derecho a poner en peligro el futuro de todos. Se debe precautelar, en este caso, el bien mayor que es la posibilidad de que todos los bolivianos gocemos de buena salud y gozar de un medioambiente sano y puro.

Eso sí, el plan diseñado debe contar con fuentes de financiamiento seguras y no dejar todo al azar de los organismos internacionales. Lo necesita el país en su conjunto.