Uno de los principales problemas diarios de los habitantes de la ciudad de La Paz es el transporte público. Se conoce que alrededor de dos centenares de líneas de minibuses atraviesan la vía troncal comprendida entre la avenida Arce y el puente de la autopista a El Alto, pero cuando una persona intenta dirigirse a un sector relativamente alejado del centro comercial, debe esperar largos minutos para la llegada de un vehículo o resignarse y tomar un radiotaxi o un taxi, con lo que ello significa para su presupuesto. Obviamente, la situación se agrava cuando se trata de familias o grupos numerosos. El llamado “trameaje” es una de las causas de este problema. De un tiempo a esta parte, las autoridades responsables de controlar a los transportistas no hacen su trabajo y han tenido que ser, en algunos casos, las irregulares “policías sindicales”, que se ubiquen en puntos céntricos de la urbe para evitar los excesos de sus compañeros. Ni qué decir de las apropiaciones de barrios enteros por líneas sindicales o las peleas cuando otro grupo intenta llegar a cierto punto urbano. La aparición del sistema municipal de transporte logró solucionar en alguna medida esta conflictiva realidad, pero más pudo la presión de sindicatos, cooperativas y asociaciones de choferes para evitar que los buses PumaKatari abarquen más a rutas. Mientras los transportistas no tengan una competencia que los obligue a mejorar sus prestaciones, los ciudadanos seguirán a merced de un mecanismo perverso para sus desplazamientos. Para colmo, este sector exige —y seguramente logrará— un incremento de las tarifas. En suma, los residentes de la “ciudad maravilla” son rehenes de un colectivo abusivo, mientras quienes deben protegerlos los dejan en una lamentable indefensión. El teleférico es una solución parcial. Sus rutas son relativamente cortas y caras. Es otra forma de “trameaje”, aunque es un medio rápido. Es necesaria, pues, una firme actitud de las autoridades locales y departamentales. La única manera de defender a la población es, con valentía y decisión, lograr el cumplimiento pleno de rutas y frecuencias. Será el primer paso.