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La palabra de moda: inteligencia “artificial”, es como su nombre lo indica: “artificial”, es decir, carente de afecto y de intuición, por ende, es tan solo otra herramienta más, como tal, que al final se extenuará y que puede ser usada tanto para las buenas obras como para las malas obras.
Como siempre ocurre, con lo que es artificial, al ser un instrumento, no debemos fantasear ni fanatizarnos con el medio tampoco idolatrarlo sea como ídolo digital o tallado sino más bien, se deben colocar determinados límites normativos básicos de fabricación y uso (Ej.: leyes de Asimov) para evitar la alucinación artificial (es decir, que de forma maliciosa y adrede, hacer que la herramienta invente hechos de aparente legalidad y ética, cuando en realidad no lo es, como ser, encontrar y transitar por caminos camuflados que facilitan la evasión, delitos financieros, extorsiones, pornografía, delitos sexuales, secuestro, etc.); por lo tanto, los desafíos serán los mismos de siempre, en lo referente a lo artificial, esto es, esforzarnos y asegurarnos de que éstos dejen rastros, evidencias, marcas de agua, huellas, que permitan ser detectables para efectos probatorios.
Lo más importante como humanidad, es no perder el sentido común, evitemos robotizarnos a nosotros mismos, a través de la rutina de querer distraernos y entretenernos, a causa del miedo que la gente tiene a morir (es decir, aquel pánico colectivo encubierto, traducido en una frase -excusa o pretexto-: “hay que distraerse para olvidar que nos vamos a morir”), y debido a ello, es que como humanidad andamos como en manada global: ocupados, acelerados, manipulados, estresados y sin tiempo, saturándonos de datos, reality show mediáticos, contaminándonos de confusión, ignorancia, miedo, duda y preocupación o simplemente despistados porque pensamos que hemos venido a esta vida, solamente a reír y/o a fomentar el exhibicionismo.
Toda esa información con o sin polución es difundida a través de los artefactos o dispositivos, por el cual, deseamos que todo sea rápido, a nuestro gusto, placer e instantáneo, creyendo que lo excelente siempre requiere velocidad, olvidándonos que lo más primordial, es el pensamiento crítico, reflexivo, analítico, objetivo, creativo y el dominio propio.
Se debe sembrar y desarrollar conciencia, en búsqueda de cambiar la calidad de vida de las personas (el bienestar común, el interés general humanitario), más que tiempos de inteligencia “artificial” se debiera aspirar a la era del corazón, un cambio hacia la conciencia.
Por: Ciro Añez