• Cultura
  • LA PRENSA

Alda-pollera con 10 bastas (pliegues), enaguas, blusa, chompa, mantilla, sombrero de tela, un par de zapatos, faja y tullma (cordel de lana para sujetar las trenzas) son los elementos que Olga Cachi usa a diario, pero cuando debe asistir a una fiesta, luce sus mejores galas: un sombrero borsalino, una pollera de 20 bastas, 12 enaguas y varias joyas.

Olga tiene 35 años y junto a otras 10 mujeres de pollera, quienes desarrollan diferentes oficios, entre ellas una escaladora, una artesana y una constructora, formaron parte de un proyecto colectivo que derivó en “Mujeres de trenzas. Ropa e identidades de la chola paceña”. Es el título de una exposición sobre la indumentaria cotidiana y evolución de la vestimenta de la chola paceña.

Para ello, dentro del proceso de investigación y curaduría, se desarrolló una serie de entrevistas sobre las características de la ropa cotidiana de las cholas, explicó Mary Carmen Molina, responsable de la coordinación y curaduría.

En una segunda etapa, se invitó a 10 mujeres para desarrollar talleres en los que se debatió sobre la vestimenta, pero también en torno a dos aspectos que están relacionados entre sí: los afectos y el trabajo.

“La muestra tiene la intención de hablar los afectos, es decir, todos los sentimientos, cariños, emociones vinculadas a la vestimenta, en este caso, a la ropa, culturalmente, muy cargada, que tiene que ver con la raíz cultural, con la familia y con el lugar de origen”, apuntó la investigadora.

Pero, la vestimenta también tiene que ver con el trabajo, agregó.

Un aspecto que llamó la atención de Molina fue que las mujeres hablaron de las trenzas como un elemento del cuerpo, no como prenda, sino como parte de una estilización que completa la silueta de estas personas.

“La manta y el sombrero configuran una silueta. Las trenzas completan esa silueta y forman un vínculo que tienen todas. Es una herencia, ellas hablan de que se transmite de generación en generación, de madre a hija, y es un vínculo afectivo de las mujeres”, anotó.

En el caso de Natividad Velasco, quien trabaja en la construcción, por lo que se ve obligada a dejar pollera y manta para usar un overol, pero nunca las trenzas. “No dejan las trenzas, porque son irrenunciables. No se imaginan sin ellas” dijo.

Pero también se puede hablar de una evolución de las prendas, como el sombrero o el corsé, un elemento que se generaliza cada vez más dentro de lo que se denominan las “paradas”.

Otro elemento que cambió, y es parte de una tendencia, es el número de bastas (pliegues) en las polleras que pueden alcanzar hasta 50 por cuestiones de moda, al igual que la cantidad de enaguas, explicó Molina.

La exposición que estará abierta hasta el 6 de julio, en el Centro Cultural de España en La Paz, recoge experiencias e historias de vida a través de la ropa. “Son mujeres que han sido generosas al compartir su identidad y sus historias de vida, a través de sus prendas de vestir”, agregó.

Esta ropa y algunos accesorios como aguayos, joyas y accesorios se exponen junto a los testimonios grabados por estas personas quienes revelan datos poco conocidos de sus vidas.

Por: Aleja Cuevas