El dato estadístico es escalofriante. 46 reos han muerto en los penales de todo el país en situaciones violentas. El ritmo de decesos establece que una persona privada de libertad perdió la vida cada 45 días. Es demasiado.

Tanto las autoridades nacionales de Régimen Penitenciario como los efectivos policiales destinados a Seguridad Penitenciaria tienen que dar explicaciones públicas de lo que ocurre tras las rejas de las cárceles del país.

Es cierto que en todos los penales se forman grupos que buscan controlar a sus compañeros de reclusión, las ventas internas de alimentos o llamados telefónicos y la atención de algunos servicios a la población penitenciaria y ante esos núcleos se anteponen otros, por lo que se producen muy pronto pugnas por el poder interno.

Ante ello, la Policía debería extremar recursos, pero por diferentes razones y desde hace muchos años, los responsables de la vigilancia y el control de los penales se limita a resguardar el perímetro externo y no el interior, por lo que son los detenidos quienes asumen la tarea de supervisar las actividades internas.

Los uniformados se limitan a llamar lista a los internos con cierta periodicidad. Hay reclusorios en los que se verifica la presencia de los presos. Nada más.
Ante ello, el interior de los penales se convierte en tierra de nadie o, mejor dicho, en espacios en los que prima la ley de la selva.

Se explican así las peleas, los decesos y los problemas que se saldan con violencia.
Ante esta evidencia, pensar siquiera en las previsiones legales que mencionan la reinserción social y la rehabilitación de personas es un insulto a la inteligencia.

Es necesario que todos los organismos judiciales, del Órgano Ejecutivo y la Policía deban coordinar esfuerzos para ejecutar labores de control serias, firmes, despojadas de la sombra omnipresente de la corrupción y efectivas para que, por lo menos, si no es posible reeducar a los internos, éstos cumplan sus condenas y recuperen su libertad con vida.

Es lo menos que puede hacer las instituciones del Estado en su conjunto.