14/2/2025.- Estaba yo tranquilamente paseando por la Alasita, que se dice en singular, pero siempre es la misma, cuando la wifey me indicó una alcancía con forma de camiseta del Tigre para llevárnosla.
No –le dije –por ahí ahorramos y se la termina llevando la trucha dirigencia que tenemos.
–Bueno –me respondió ella, –No querrás una con la camiseta del Bolívar, ¿no?
–Claro que no –le respondí –esa alcancía andaría siempre llena, pero cualquier rato nos dicen que no es nuestra y que nos la alquilan.
–Y a todo esto, no has estrenado tu Tigre de Oro…
–Tal vez porque algún iluminado le cambió de nombre.
–Me refiero a que aún no has ido a ningún partido este año, ya van seis domingos del año y no te has comprado la camiseta, no has jorobado con la Copa Libertadores, no has dicho que no almuerzas porque quieres ranga de la recta, ni has hablado con los de tu barra, ¿qué pasó? ¿cuándo comienza el campeonato?
Ella me cuestionaba cómo se le interroga al gordito que de repente ya no come sus cuatro salteñas de la mañana, como al hijo abanderado que ya no estudia.
–Ese es justamente el tema. No sabemos. Nadie sabe. Por ahora, estamos claros que la Libertadores comienza ya nomás. Vamos a jugar un “torneo de verano” que va a durar hasta el otoño, después va a haber una larga pausa para que juegue la selección, y al parecer el campeonato va a comenzar en abril. Hoy jugamos un amistoso.
Ella me miraba desconcertada. Yo la miraba como cuando la Chilindrina decía “fíjate, fíjate, fíjate”.
–Bueno… supongo entonces que vas a ir al estadio.
–En realidad no sé, porque el equipo ha estado jugando a puertas cerradas.
–¿A puertas cerradas? ¿Pero cuál es la idea?
–Que no le griten cosas feas al presidente del club.
–Bueno, para qué lo eligieron.
–Eeehm, en realidad nadie lo eligió. El tipo llegó ahí gracias a un intríngulis de decisiones judiciales ajenas a la institución. Solo tenía que llamar a elecciones y está atornillado hace más de un año.
–¿Pero cómo? ¿Y quién estaba de presidente antes?
–Uno que entró haciendo trampa con su declaración como socio.
Ahora sí mi amore me miraba ya no raro, sino feo, como la vez que compré 2 kilos de perejil en lugar de 2 bolivianos, por andar escuchando el sorteo de los grupos del Mundial.
–Vos me estás tomando el pelo.
–Es lo mismo que les decimos a nuestros dirigentes. Nos van a dejar calvos, como si no fueran suficientes las canas que nos saca nuestro Tigre querido cuando nos hace sufrir en la cancha. Y por si acaso mi amor, a mí me encanta tu cabello.
–Entonces ¿qué vas a hacer?
–Lo que todo buen boliviano hace: quejarme en redes sociales para que me den likes y bloquear a los que no están de acuerdo conmigo.
A esas alturas ya me había quedado hablando solito, mi marida se fue caminando hacia el sector artesanos, mientras yo estaba al medio de las canchitas, viendo cómo mi Tigre y la Academia renovaban una y otra vez el clásico paceño con aquello que le da vida: niños divirtiéndose, jóvenes gritando sus goles, dando capotes y resolviendo universitarios en medio de una alegría ajena a la angurria de dirigentes que son nomás como nuestros políticos y como el ratón Mickey: hacen campaña para hacerse querer, pero en el fondo son nomás unas ratas.