Ante un silencio que se asemeja a la complicidad, las autoridades municipales de Viacha permiten la operación de al menos 23 plantas procesadoras de minerales en la comunidad de Seke Jahuira, a pesar de haber sido clausuradas por la misma Alcaldía. Lo que es peor, según estudios científicos, estas factorías vierten cianuro en el río que atraviesa esa zona altiplánica y desemboca en el lago Titicaca, una cuenca endorreica que provee medios de subsistencia, alimentación y riego a todas las comunidades asentadas en su entorno.

El cianuro que las procesadoras mineras arrojan a ese afluente contaminará inevitablemente los criaderos de truchas que operan en diferentes puntos del cuerpo de agua más importante del país. Estos peces contaminados llegarán a las mesas de los bolivianos, con consecuencias que serán muy complicadas.

No solo eso. A orillas del lago Titicaca abundan los sembradíos de cebada y alfalfa, entre otros productos que, principalmente, sirven como alimento para el ganado lechero que pastorea en la zona. El queso, yogur y otros derivados lácteos se producen con la leche ordeñada de las vacas de ese sector. Estos productos llegarán incluso al desayuno escolar o al alimento complementario de los niños inscritos en unidades educativas fiscales y de convenio.

Más veneno en circulación. Ni hablar de las papas, habas, arvejas, quinua y otros cultivos de esa área, que inevitablemente llegan a los hogares del país y, si contienen cianuro, todos estaremos en peligro.

Da la impresión de que poderosos intereses económicos están detrás de estos 23 emprendimientos, evidentemente irregulares.

Nadie sostiene que no deba haber actividades mineras de explotación y refinación, pero, como es lógico y natural, estas deben estar acompañadas de medidas de protección imprescindibles para el medioambiente y la salud de las personas, no solo de quienes viven cerca de los yacimientos o refinadoras.

Es imprescindible contar con plantas de tratamiento de aguas residuales que gestionen adecuadamente los desechos de esta y cualquier otra actividad económica.

En última instancia, todos estamos involucrados en nuestro propio cuidado, nuestra supervivencia y nuestro futuro.