Si hay una actividad ilegal que debe ser reprimida con todos los esfuerzos de los que puede ser capaz el Estado, ésta debe ser la labor delictiva y criminal que desarrollan los loteadores clandestinos.
En algunos casos, operan confabulados con funcionarios municipales corruptos; en otros se trata de verdaderas organizaciones delictivas en las que intervienen incluso fiscales y jueces; en otros son delincuentes que sacan provecho de la ignorancia de personas humildes; también hay quienes sacan provecho de leyes poco claras …
En todas estas circunstancias, hay un denominador común, el peligro que conllevan las construcciones levantadas en sitios en los que existe el peligro de que se produzcan desastres naturales o provocados por la mano del hombre, como sucedió recientemente en Santa Cecilia, Bajo Llojeta, La Paz.
Un hecho que llama poderosamente la atención y que, en caso de no ocultar un profundo drama, causaría una risotada, es el que se presenta en la ciudad de El Alto, donde para la aprobación de una planimetría, se hizo desaparecer el curso de un río y se trazó terrenos sobre el Larkajahuira.
Cabe investigar aquí quién aprobó esos planos, pues deben llevar la firma de autoridades municipales. Se dice que esa documentación data de 2002, pero habrá que determinar después de una profunda revisión quién dio lugar a, por decir lo menos, semejante despropósito.
Hay construcción sobre el lecho de ese afluente. No importa si se trata de viviendas concluidas o simples estructuras de hormigón armado. Hay quienes se hicieron dueños de un río, pese a que la Constitución establece que nadie puede hacerlo, pues estos cauces pertenecen al dominio original del Estado.
Esa planimetría de marras impidió que la Alcaldía de El Alto reciba un crédito para embovedar ese río y, lo que es peor, esos terrenos están en venta y es de esperar que no aparezcan personas ingenuas que los vayan a adquirir, pues en ese caso sólo habrán comprado un gravísimo problema.
Hay que aplicar las máximas sanciones que correspondan en éste y en todos los casos en los que los loteadores clandestinos, así sean “de cuello blanco”, actuaron en este sentido tan destructivo.