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“Todo esto era una pampa, con unas 50 viviendas en medio y media docena de construcciones rústicas. Podíamos ver cómo pasaban los camiones por la carretera a Viacha y también por la carretera a Oruro, así de vacía era Santiago Segundo, nuestra zona minera que el 25 de julio cumple 52 años”, rememora Nicolás Escóbar, uno de los fundadores del barrio.

El extrabajador de la Empresa Minera Huanuni (Oruro) dejó el campamento por efecto de la relocalización de 1986. Escóbar está entre los pioneros mineros que quedan en Santiago Segundo, algunos se fueron a otros departamentos más cálidos tras vender sus viviendas, los más murieron en la zona, pero con la satisfacción de haber logrado que se transforme en la más grande del Distrito 2 de El Alto, con más de 25 mil habitantes asentados sobre una superficie de 874.302 metros cuadrados.

Santiago Segundo surge a raíz de los primeros asentamientos y posterior adjudicación de lotes de terrenos a través de cooperativas de viviendas, que fueron otorgadas por el desaparecido Consejo Nacional de Vivienda (Conavi).

Antes de 1986, dirigentes mineros adquirieron terrenos en diferentes ciudades del país, una de estas áreas en El Alto y los interesados en asentarse en las alturas adquirieron el terreno en pagos mensuales a través de descuentos por planilla.

Por ello, Santiago Segundo congrega a extrabajadores de distritos mineros de Huanuni, La Chojlla, Colquiri, Pulacayo, Bolsa Negra, Corocoro, Viloco, Machacamarca, Bolìvar, Chacarilla y el Consejo Central Sud (Quechisla, Animas, Santa Ana, Siete Suyos, Tatasi, Telamayu, San Vicente, Chorolque) entre otros.

El barrio fue fundado el 7 de septiembre de 1972, pero celebra su fiesta cada 25 de julio en homenaje a su santo patrón, el Apóstol Santiago. Aquel año, en los más de 800 mil metros cuadrados se levantaron las primeras 40 viviendas, 20 ubicadas en el manzano Y, las restantes estaban dispersas, las primeras familias no tenían servicios.

Otra de las pioneras de la zona es Agripina Loayza viuda de Vedia, quien junto a su esposo recibieron las llaves de su flamante casita en el manzano Y. “Nos entregaron las viviendas en 1975 y en 1976 llegamos a vivir. Todo era vacío, por la ventana podíamos ver a los aviones que aterrizaban en el aeropuerto”, dijo.

Recordó como entre los pocos vecinos elaboraron los adobes y construyeron la escuelita, donde ahora se encuentra el mercado, espacio que era área verde pero que los políticos lo entregaron a los comerciantes.

A pocos meses de entrar en vigencia del Decreto Supremo 21060, en 1986, caravanas de familias mineras se trasladaron a las ciudades, quienes tenían una vivienda adquirida a Conavi fueron los más afortunados y solo demandaron las llaves para habitarlas, quienes eran propietarios de terrenos armaron carpas en sus propiedades y construyeron habitaciones rústicas.

Poco a poco, las familias lograron organizarse y para acceder a los servicios básicos tramitaron la planimetría, ante la Subalcaldía de El Alto de La Paz, pues por entonces, El Alto era parte de la sede de Gobierno y el 28 de febrero de 1979 recibieron la correspondiente ordenanza municipal.

Al ser una urbanización minera no podía faltar en su plaza central el Monumento al Minero y por delante se encuentra la efigie del líder del sector obrero, Juan Lechín Oquendo, quien está rodeado por bustos de otros connotados dirigentes del sector.

En las asambleas o reuniones de los vecinos, algunos de los pioneros de la zona, Manuel Laura, Justo Pérez, Mateo Navarro, Norma Soliz y Nicasio Choque, entre otros rememoraban como era la vida en las minas, la organización y el rechazo que hacían a los gobiernos impopulares surgidos de los golpes militares.

Es por ello que, durante la denominada Guerra del Gas, en octubre de 2003, los habitantes del barrio, sacaron a flote su organización. En la Plaza del Minero llos jóvenes organizaban la resistencia comandados por antiguos mineros, por ello los niños vieron de cerca cómo pasaban los camiones militares de asalto.Los uniformados llegaron hasta la plaza y para desactivar la defensa lanzaron gases lagrimógenos, muchos llegaron a las casas y al final la zona fue militarizada por tierra y aire, pues helicópteros sobrevolaban el lugar.

Para el festejo, la directiva vecinal elaboró una amplia agenda como la serenata santiagueña, la entrada folklórica, el desfile cívico y la presencia de autoridades municipales del Distrito 2.

Por: Wilma Pérez Soliz