Con la Copa América a punto de empezar, me fui a reunir con mis amigos del Bar La Pelotona, donde la dueña las tiene tan bien puestas, que ningún beodo se va sin pagar su cuenta. Ahí me reuní con varios hinchas tecleros de mis grupos del Whatsapp, con los que comentamos partidos, inventamos rumores, y nos hacemos a los DTs, decretando quién debería jugar, a quién deberían botar y a cuánto deberían estar las entradas, para que hasta los más yescas puedan quejarse de que no fueron al fútbol porque “estaban en una reunión al otro lado de la ciudad”.

Debo estar en unos 22 grupos de hinchas del Tigre y por si acaso en unos cuatro o cinco del Bolívar, para sembrar el caos diciendo cosas como “ese Amoroso no juega a nada, que se vaya nomás a Achumani” o “deberíamos dejarlo ir a Uzeda al frente, es malo”. Pero cuando se trata de la selección, la única camiseta que cuenta es la Verde, por muy ídem que veamos el panorama.

Al llegar al bar, habían unos chicos en la acera bailando frente a sus celulares.

–Buenas noches señora –saludé a la dueña. Vienen hartos tiktokers a su boliche.

–¿Cuáles tiktokers? Estos son unos inútiles que ahora quieren ser ministros y han venido a practicar sus bailecitos, para postularse. ¡Fuera, fuera de aquí! –los botó, barriendo sus teléfonos con una escoba vieja.

Entré al local y saludé a los amigos. Todos tenían apodos de la vieja escuela: el Chino, el Negro, el Pajla, el Choco, y el Ispi, porque era el más “ispicial”. Parecía que veían, en la vieja tele “Zenith”, la repetición de una jugada en cámara lenta.

–¿Es una polémica? –pregunté, para entrar en la charla.

–No es repetición, es un partido de la liga. A esa velocidad vamos a competir a la Copa América. –Dijo con tristeza Don Vladi, un respetado y sabio hincha. Su hijo, el Vlayo, iba conmigo a la recta e insultaba tan chistoso que hasta tenía su propia barra (no del equipo, DE ÉL). Una vez insultó tanto a un rival que lo hizo llorar, cuando ellos habían ganado. Cuando Don Vladi hablaba, todo el bar callaba y solo se escuchaban los tonos de llamada de los giles que no saben silenciar sus celulares.

El hombre secó su chuflay y se hizo un silencio. Como en todo momento solemne de esta época, se coló un tono de llamada ordinario, de un parroquiano nervioso, que hizo el paso de la Macarena hasta encontrar su teléfono.

–Yo era chango y bailé en las calles cuando salimos campeones del Sudamericano. Vi cómo les ganamos a los charrúas en Tembladerani el ’77, y casi se me va el corazón en el gol de Etcheverry a Brasil. Me da pena que hoy hasta nos hayan privado de ilusionarnos con el equipo. Últimamente decían que Bolivia no te ganaba, pero te complicaba. Si estabas necesitado, te metía zancadilla. El Bigotón Azkargorta decía que se juega como se vive. Por eso, si nosotros no íbamos al mundial, le quitábamos puntos a Uruguay para que tampoco vaya. ¿Chile necesitaba ganarnos para entrar al repechaje? Les empatamos de visita y listo, no vamos, pero tampoco van ellos. Más boliviano que eso no vas a encontrar.

En la pantalla, el partido de la liga seguía. Después de un choque con un rival, un jugador se revolcaba en el piso, chillando peor que opositor en Twitter. El hombre secó otro chuflay.

–El ex DT portugués de The Strongest le preguntó a uno de estos chicos por qué perdía tanto tiempo, y el chango le contestó “estamos en Sudamérica, profe”. ¡Y después se quejan de que la gente no va al fútbol! ¿Acaso uno paga para ver simular una lesión? El gran Cruyff la tenía clara, él decía “Cuando salgan al campo miren a la tribuna, ellos han venido por ustedes”. Y estos, ¿pensarán que venimos a ver sus tatuajes? ¿Sus peinados de peluquero con Parkinson? ¡Pasan más tiempo ensayando sus festejos que practicando cómo tirar bien un córner! Uno de estos, que juega de lateral, abrió una heladería en la zona sur. Cuando le dijeron que ponga una en el centro, yo dije “¡sería la primera vez!”. ¿Sabes quién va a cantar en la ceremonia de inauguración? Feid, el Ferxxo. ¡Pero si ese tiene menos fútbol que la sub 17 de la Antártida! ¿No pensaron en La Mosca, en Los Palmeras, o hasta en Shakira, para que le siga tirando cuchilladas a su ex?

La noche siguió mientras escuchábamos al hincha y terminábamos de ver el lento partido en las pantallas. Debo reconocer que reniego como Don Vladi, pero muy en el fondo, apoyo a nuestra selección y le tengo más fe que gordito tomando Herbalife, porque al igual que el país, sé que algún día va a salir adelante.

Por: Martín Díaz Meave