Fue probablemente la más importante victoria de las armas bolivianas a lo largo de la historia. El 18 de noviembre de 1841, las tropas peruanas comandadas por Agustín Gamarra invadieron el territorio nacional. La fuerza enemiga llegó a tomar pacíficamente la ciudad de La Paz y a lo largo de dos años hubo una serie de combates y escaramuzas, hasta que aquel lunes lluvioso y húmedo de noviembre, las tropas comandadas por José Ballivián y Segurola arrasaron a los atacantes. Murió Gamarra y durante algunos meses, militares bolivianos tomaron el sur peruano.
En aquella guerra Bolivia perdió siete batallas, pero ganó la más importante y fue consecuencia del fracaso de la Confederación Perú-Boliviana, el proyecto fallido del Mariscal de Zepita, Andrés de Santa Cruz. Después de que ese Estado binacional se disolvió, el caos se adueñó de Bolivia y Perú. Gamarra quiso sacar partido de aquella situación al invadir Bolivia, pero perdió la vida en ese intento.
Ballivián consolidó, con ese triunfo, la existencia de Bolivia y ganó en forma póstuma el título de Mariscal de Ingavi, pues en esos campos se desarrolló el combate decisivo. Aquel grado honorífico le fue conferido en agosto de 1975, 134 años después de la epopeya.
Durante la gestión presidencial del héroe de Ingavi, se produjeron dos hechos históricos para recordar aquella singular victoria: la creación del departamento del Beni, un año después, y el estreno del Himno Nacional, el 18 de noviembre de 1845.
Durante largos años, la historiografía oficial del país redujo la guerra librada con Perú entre 1841 y 1842 a la batalla de Ingavi, aunque es preciso reconocer que fue un conflicto bélico de larga extensión y que permitió el establecimiento de Bolivia como un Estado soberano.
La figura de Ballivián, con sus luces y sus sombras, debe ser rescatada en su justa dimensión. Fue la primera aproximación real a la construcción de la bolivianidad que recibió un impulso decisivo —en esto están de acuerdo todos los historiadores del país— en las trincheras del Chaco y se afianzó posteriormente con la Revolución Nacional del 9 de abril de 1952 y su corolario, la actual Constitución Política del Estado, que data de 2009.