¿Habrá algún experto interesado en investigar por qué cayó tan dramáticamente la tasa de natalidad en Bolivia en apenas 12 años? Si en las décadas de 1960 y 1970 cada mujer tenía, en promedio, 7,5 hijos, en 2023 ese indicador bajó a 2,1. En unas seis décadas, se produjo un cambio cultural profundo tanto en lo cuantitativo como en lo cualitativo. Seguramente, mucho tiene que ver en este fenómeno la nueva condición de la mujer, que ya no es considerada, ni se considera a sí misma, como un apéndice del hombre. Las relaciones sociales e interpersonales han cambiado en este tiempo.
Es un factor, sin duda alguna; sin embargo, hay que considerar la tendencia de las nuevas generaciones de bolivianos. Es, probablemente, material para un análisis sociológico. Los jóvenes de ambos sexos priorizan actualmente otros temas y prefieren dejar de lado la maternidad o paternidad, que actualmente parecen ser conceptos para los “viejos”.
Hoy en día, parece ser más importante concluir una carrera universitaria, titularse, incorporarse al mercado laboral, viajar o divertirse antes que trazarse el objetivo de formar un hogar formal al casarse.
En forma paralela, ha caído la tasa de matrimonios y crecen los indicadores de uniones libres, con todo lo que ello implica en materia de descendencia.
Estas pueden ser las causas sociales de la reducción de la natalidad, que los resultados del Censo Nacional de Población y Vivienda han puesto en evidencia. Esta tendencia coincide con las proyecciones sobre el rubro que presenta el Banco Mundial para América Latina y el Caribe. La gráfica elaborada por técnicos de este organismo internacional muestra una caída radical desde la década de 1940.
¿Puede considerarse esto una buena noticia para Bolivia? Es difícil aventurar una respuesta en el momento presente. Sólo el futuro tiene reservada la contestación a este, por el momento, enigma. Sin embargo, es una realidad con la que los bolivianos debemos enfrentarnos día a día.